La Leyenda de la Navidad Perdida
Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Villanieve, donde la Navidad era la celebración más esperada del año. La gente decoraba sus casas con luces brillantes, hacían galletitas y se reunían en la plaza para armar un enorme árbol de Navidad. Pero todo cambió cuando, un diciembre, la magia de la Navidad comenzó a desvanecerse.
La gente del pueblo estaba preocupada. Nadie comprendía por qué este año no había caído nieve y el ambiente festivo se sentía distante.
"¿Qué está pasando?", preguntó Lucas, un niño curioso de diez años, mientras miraba por la ventana.
"No lo sé, hijo", respondió su mamá, "pero este año la Navidad parece estar en peligro".
Lucas decidió investigar. Esa misma noche, tomó su linterna y salió al bosque en busca de respuestas. Se adentró entre los árboles y encontró una pequeña criatura peluda llamada Nieve.
"Hola, pequeño", dijo Lucas.
"Hola, humano. Soy Nieve y soy el guardián de la Navidad. Este año, la magia se perdió porque la gente se olvidó de compartir y ayudar a los demás. Solo están pensando en recibir regalos".
Lucas se sintió triste por lo que Nieve había dicho.
"¿Y qué podemos hacer para recuperar la magia?"
"Tienes que hacer una gran acción de bondad. Algo que reúna a la gente y les recuerde el verdadero espíritu de la Navidad".
Con estas palabras, Lucas tuvo una idea. Al día siguiente, reunió a sus amigos en la plaza y les contó sobre su encuentro con Nieve.
"Propongo que hagamos una fiesta de Navidad para los ancianos del hogar de ancianos del pueblo. Podemos llevarles comida, cantarles villancicos y hacer que se sientan queridos", dijo Lucas con entusiasmo.
- Los amigos asintieron emocionados: "¡Sí! ¡Hagámoslo!".
Se pusieron manos a la obra. Durante toda la semana, prepararon decoraciones, cocinaron galletitas y ensayaron canciones navideñas. El día de la fiesta, cargaron todo en carritos y se dirigieron al hogar de ancianos.
Al llegar, las abuelitas y abuelitos los recibieron con sonrisas.
"¡Qué alegría verlos, chicos!", exclamó una abuela.
"Hemos venido a celebrar la Navidad con ustedes!", dijo Lucas.
Durante la fiesta, los niños cantaron villancicos, jugaron juegos y compartieron historias. Los ancianos se sintieron felices y valorados por la compañía de los pequeños.
"Gracias, chicos, esto significa mucho para nosotros", dijo un abuelo emocionado, con lágrimas en los ojos.
"No hay nada más lindo que compartir la alegría de estas fiestas", respondió Lucas.
A medida que la noche avanzaba, algo asombroso ocurrió. Una suave nevada empezó a caer sobre Villanieve. Nieve, el guardián de la Navidad, apareció entre los copos de nieve.
"Lo lograste, Lucas. La magia ha regresado porque hiciste lo que es verdaderamente importante. La Navidad no se trata de regalos, sino de amor y compartir con los demás".
Lucas sonrió y sintió una calidez en su corazón. Todos en el pueblo también lo sintieron. Y así, Villanieve volvió a llenarse de luces y alegría, recordando cada año la importancia de la bondad y la unión.
Desde ese día, la Navidad en Villanieve no solo fue una festividad, sino un recordatorio del poder de la empatía y la amistad. Y cada año, todos se reunían en el hogar de ancianos para celebrar juntos, llenando de amor y magia cada rincón de su pueblo.
"Nuestra mayor recompensa", decía Lucas con una sonrisa, "no son los regalos, sino las sonrisas de quienes amamos".
FIN.