La leyenda de la papa



Era una vez en un pequeño pueblo argentino, rodeado de montañas y campos verdes, donde vivían tres amigos inseparables: Lucía, una niña curiosa y valiente; Diego, un chico inteligente y amante de las historias; y Juan, el más pequeño del grupo, que siempre tenía un brillo especial en sus ojos. Un día, mientras exploraban un antiguo bosque cercano, encontraron un mapa viejo y desgastado.

"- Miren esto, chicos!" - dijo Diego, emocionado. "Parece un mapa del tesoro."

"- ¿Un tesoro? ¡Vamos a buscarlo!" - gritó Lucía, llena de entusiasmo.

"- Pero, ¿y si hay trampas?" - dudó Juan, algo asustado.

"- No te preocupes, Juan. Juntos podemos enfrentarlo todo!" - lo alentó Lucía.

Los tres amigos decidieron seguir el mapa, que los llevó a un lugar desconocido del bosque, donde encontraron un gran claro lleno de flores y una extraña piedra brillante en el centro.

"- ¿Qué será esto?" - preguntó Juan, mirando la piedra con admiración.

"- Tal vez sea parte del tesoro!" - dijo Diego, acercándose con cautela.

"- ¡Vamos a averiguarlo!" - insistió Lucía.

Cuando tocaron la piedra, un destello los envolvió y se encontraron en un mundo mágico. Había criaturas fantásticas y plantas que hablaban.

"- ¿Dónde estamos?" - preguntó Diego, mirando a su alrededor con asombro.

"- Esto parece un sueño" - dijo Juan, maravillado.

"- Tal vez sea un mundo donde se cultivan tesoros" - sugirió Lucía, recordando el mapa.

Mientras exploraban, se encontraron con un viejo sembrador que cuidaba un campo de papas.

"- Hola, pequeños aventureros!" - saludó el sembrador con una sonrisa.

"- ¿Qué haces aquí?" - preguntó Lucía.

"- Estoy sembrando papas, el tesoro de la tierra. Cada papa tiene su propia historia y cada una es especial."

"- ¿Cómo puede ser eso?" - preguntó Diego, intrigado.

"- Les contaré. Cada papa nace de un sueño, de la esperanza de crecer, y se convierte en alimento para el cuerpo y el alma. La leyenda dice que las papas son un regalo que nos recuerda compartir y cuidar lo que tenemos."

Los amigos se sintieron conmovidos por las palabras del sembrador.

"- ¿Podemos ayudar?" - preguntó Lucía, con ganas de ser parte de algo tan especial.

"- Claro! La siembra requiere trabajo en equipo" - respondió el sembrador.

Los tres amigos se pusieron manos a la obra, aprendieron a sembrar y cuidar las papas, riendo y compartiendo historias. Con cada papa que sembraban, se sentían más unidos.

Después de horas de trabajo, lograron sembrar un hermoso campo lleno de papas y vieron cómo cada una comenzaba a brotar.

"- Hicimos un gran trabajo!" - gritó Juan.

"- Sí, y cada papa que crezca será una historia más" - agregó Diego.

"- ¡Vamos a volver pronto!" - sonrió Lucía.

De repente, el viejo sembrador dijo:

"- Recuerden, no solo se trata de cosechar. También deben compartir lo que aprendieron y lo que cosechen en sus vidas."

"- Lo prometemos!" - respondieron los tres al unísono.

Con un nuevo brillo en sus corazones y un saco lleno de papas, volvieron a su mundo. La experiencia les mostró la importancia del trabajo en equipo, la amistad y el valor de compartir.

Siempre recordaron la leyenda de la papa y, cada vez que cosechaban papas en el pueblo, contaban a otros sobre su emocionante aventura y lo que habían aprendido en el mundo mágico.

Y así, la leyenda de la papa continuó propagándose a través de risas y enseñanzas, uniendo a todos en el amor por la naturaleza y el valor de compartir.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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