La leyenda de los dragones dorados
Había una vez en un lejano reino, dos dragones llamados Draco y Fuego. Ambos eran valientes y poderosos, pero también muy competitivos.
Un día, mientras volaban por el cielo azul, vieron un hermoso castillo en lo alto de una colina. Curiosos, decidieron acercarse para explorar el lugar. Al llegar al castillo, se encontraron con la noticia de que dentro había una leyenda: los huevos de oro.
Estos huevos eran muy especiales porque podían conceder cualquier deseo a quien los poseyera. Draco y Fuego no pudieron resistirse a la tentación y decidieron competir por quedarse con esos preciados huevos.
Pero en lugar de pelearse entre ellos directamente, ambos dragones acordaron que el mejor camino sería enfrentarse en diferentes pruebas para demostrar quién era más digno de tenerlos. El primero en proponer una prueba fue Draco: "¡Veamos quién puede lanzar llamas más altas!", exclamó emocionado.
Fuego aceptó el reto sin dudarlo y ambos comenzaron a escupir fuego hacia el cielo. Las llamas subían cada vez más alto hasta que... ¡Fuego logró superar a Draco! Su fuego era tan intenso que alcanzó las nubes.
Aunque Draco estaba triste por perder la primera prueba, decidió no rendirse y propuso otra: "¿Qué tal si comprobamos quién puede volar más rápido?". Fuego aceptó nuevamente y se prepararon para la carrera. Ambos dragones batieron sus alas tan fuerte como pudieron e iniciaron su recorrido.
La carrera era pareja, ambos dragones volaban a gran velocidad. Pero justo cuando Draco parecía estar a punto de ganar, una ráfaga de viento lo desvió de su rumbo y Fuego aprovechó para adelantarse.
¡Fuego había ganado la segunda prueba! Draco se sentía desanimado por haber perdido nuevamente, pero no quería rendirse tan fácilmente. "¡Todavía puedo ganar!", pensó para sí mismo. Propuso una última prueba: "Veamos quién puede escupir más joyas brillantes".
Ambos dragones aceptaron el desafío y comenzaron a buscar las mejores gemas escondidas en el castillo. Draco estaba decidido a encontrar las joyas más valiosas y demostrar que también era digno de tener los huevos de oro.
Mientras buscaban, Draco encontró en un rincón oscuro del castillo algo especial: ¡un huevo mágico! Este huevo tenía grabada una frase que decía: "El verdadero tesoro está en la amistad".
Draco entendió que había estado enfocado solo en la competencia y se dio cuenta del valor de la colaboración. Decidió compartir su descubrimiento con Fuego y juntos continuaron buscando gemas preciosas por todo el castillo. Trabajaron como un equipo, ayudándose mutuamente y celebrando cada hallazgo.
Al final del día, ambos dragones habían recolectado muchas joyas brillantes. Pero antes de determinar al ganador, recordaron el mensaje del huevo mágico sobre la importancia de la amistad. "¿Y si compartimos los huevos de oro?", propuso Draco con sinceridad.
Fuego sonrió y aceptó encantado la propuesta. Juntos, llevaron los huevos de oro al pueblo cercano y los compartieron con todos, haciendo realidad sus deseos más profundos. Desde ese día, Draco y Fuego se convirtieron en grandes amigos y continuaron viviendo aventuras juntos.
Aprendieron que no siempre ganar es lo más importante, sino el valor de la amistad y la importancia de compartir. Y así, en aquel lejano reino, su historia se convirtió en una leyenda inspiradora para todos los habitantes del lugar.
FIN.