La Leyenda del Elfo Brillante
En un pequeño pueblo llamado Villanieve, ubicado en la ladera de una montaña, la Navidad era la época más esperada del año. Las casas estaban decoradas con luces brillantes, y los niños contaban los días que faltaban para que llegara Papá Noel. Pero, dentro de un mágico bosque que rodeaba a Villanieve, había una leyenda que todos conocían: la leyenda de un elfo brillante llamado Lúmino.
Lúmino era un elfo especial que no solo fabricaba juguetes, sino que también podía iluminar todo a su alrededor con su risa contagiosa. Se dice que su brillo se intensificaba cuando ayudaba a otros. Sin embargo, había un pequeño problema. Lúmino era tan tímido que nunca se atrevía a mostrar su luz al mundo más allá de su hogar en el bosque.
Un día, mientras Lúmino estaba en su taller fabricando juguetes, escuchó un llanto que provenía del pueblo. Intrigado, decidió acercarse a ver qué sucedía. Al llegar, vio a un grupo de niños que estaban tristes. Uno de ellos, Tomy, dijo:
"¡No tenemos juguete para compartir en la fiesta de Navidad! Solo queremos hacer sonreír a nuestros amigos."
Lúmino sintió un cosquilleo en su corazón. Pensó que podría ayudarles, pero, ¿qué pasaría si revelaba su luz? Se quedó observando desde la sombra.
Esa noche, los niños decidieron organizar una búsqueda del tesoro para divertirse aunque no tuvieran juguetes. Los niños se dividieron en equipos y comenzaron a buscar pequeños objetos por todo el pueblo. Sin embargo, la búsqueda fue más difícil de lo que pensaron. Al ver sus rostros desanimados, Lúmino decidió que debía actuar.
"¡Voy a hacer algo por ellos!" - murmuró Lúmino, sintiendo que era el momento de salir de su escondite.
Lúmino, con un gran suspiro, salió del bosque. Cuando los niños lo vieron, se quedaron boquiabiertos. Lúmino brillaba como una estrella en la noche.
"¡Hola, amigos!" - dijo Lúmino con una voz suave y amigable.
"¿Eres un... ¿elfo?" - preguntó Tomy, sus ojos llenos de asombro.
"Sí, y he venido a ayudarles a encontrar sus tesoros. Puedo iluminar su búsqueda para que sea aún más divertida”.
Los rostros de los niños se iluminaron de alegría. Juntos, siguieron a Lúmino mientras este iluminaba el camino con su risa brillante. Encontraron objetos escondidos, como juguetes rotos que podrían reparar, y otros tesoros con los que podrían jugar en la fiesta.
Cuando acabó la búsqueda, los niños eran muy agradecidos.
"¡Gracias, Lúmino! No hubiéramos encontrado tanto sin tu ayuda. ¡Eres increíble!" - exclamó una niña llamada Sofía.
"¡Sí! ¡Queremos que estés en la fiesta de Navidad con nosotros!" - añadió otro niño.
Lúmino sonrió, pero su timidez volvió a asomarse.
"Me encantaría, pero... no estoy seguro si debo quedarme. Soy solo un elfo tímido..."
"¡No digas eso! ¡Tu luz es perfecta!" - interrumpió Tomy.
"Sí, Lúmino. A veces, todos sentimos miedo de brillar, pero tus regalos son lo que nos hacen felices."
Savido y con el alma llena de luz, Lúmino decidió unirse a la fiesta. Cuando llegó, sus yoyos, muñecas y construcciones llenaron la sala y los rostros de los niños, brillas como nunca.
La fiesta fue un éxito y, gracias a Lúmino, todos aprendieron que ayudar a los demás era el verdadero regalo de la Navidad. Cuando la noche llegó a su fin, todos se despidieron, pero prometieron que jamás olvidarían la luz que el elfo brillante les había regalado.
Con el tiempo, Lúmino siguió visitando Villanieve cada Navidad, compartiendo su luz y alegría con los niños. La leyenda del elfo brillante se convirtió en una hermosa historia que recordaba a todos que a veces, lo único que necesitamos es un poquito de valor para brillar y hacer sonreír a los demás, especialmente durante las festividades de Navidad.
FIN.