La Leyenda del Viento Zonda
Era una tarde de verano en San Juan, Argentina, y el abuelo Antonio estaba sentado en su viejo sillón de mimbre, bajo la sombra fresca de un algarrobo. María y Ramiro, sus dos adorados nietos, corrían alrededor de él, riendo y jugando. Cuando los niños se calmaron, el abuelo sonrió y les dijo: "¿Quieren que les cuente una historia sobre el viento Zonda?"
"¡Sí, abuelo, queremos!" gritaron al unísono.
Entonces, el abuelo comenzó su relato, transportando a los pequeños a un tiempo lejano, mucho antes de que sus abuelos nacieran.
"Hubo una vez, en estas tierras, una tribu de indígenas que vivía en paz y armonía con la naturaleza. Ellos respetaban cada rincón del desierto y a cada ser viviente. A veces, en el horizonte, podía verse una nube oscura, una señal del viento Zonda que venía. La tribu sabía que este viento era fuerte, seco y caliente, lo que traía consigo un gran temor.
"¿Qué pasaba, abuelo?" preguntó María, con los ojos bien abiertos.
"Cuando el viento Zonda soplaba, los árboles se retorcían como si estuvieran danzando y los animales corrían asustados. Pero, un día, una niña llamada Aylen decidió que debía enfrentar su miedo", continuó el abuelo.
"¿Y lo logró?" interrumpió Ramiro, ansioso.
"Eso fue lo que descubrió. Aylen se armó de valor y salió de su choza cuando comenzó a soplar el viento. Sintió como si un gran abrazo cálido la envolviera. En lugar de miedo, sintió curiosidad. Caminó antes los árboles agitándose y decidió hacer un pequeño ritual, en honor al viento, dándole gracias por la energía que traía la naturaleza".
"¿Y entonces qué pasó, abuelo?" preguntó María, intrigada.
"El viento, al sentir el respeto de Aylen, comenzó a calmarse. Al rato, se transformó en una brisa suave, que acarició su rostro. La tribu, al ver lo que sucedía, se unió a ella. - 'Señores del viento, venimos en paz', gritaban, y así, el viento Zonda dejó de asustarlos.
- ‘¡Qué hermoso, abuelo! ’ exclamó María.
- 'Sí, fue una gran lección para todos. Aprendieron que el miedo se puede transformar en respeto y amor hacia la naturaleza. A partir de aquel día, siempre que el viento Zonda soplaba, ellos salían a danzar, a celebrar su presencia. Así, el viento se convirtió en un amigo más de la tribu.'
La leyenda del viento Zonda se fue transmitiendo de generación en generación, recordando a los habitantes de San Juan que en lugar de temer lo desconocido, hay que acercarse a él con valentía y respeto".
"Gracias por la historia, abuelo. Ahora quiero ver al viento Zonda bailando entre los árboles", dijo Ramiro con una sonrisa.
- ''¡Y yo también!'' agregó María entusiasmada.
El abuelo sonrió, feliz, y los tres se quedaron mirando el horizonte, donde los primeros vientos comenzaban a soplar. El abuelo, convencido de que la sabiduría se transmite en historias, se sintió orgulloso de que sus nietos comprendieran el poderoso significado del viento Zonda y su legado en su tierra.
FIN.