La libertad de ser uno mismo


Alma era una niña muy alegre y divertida. Le encantaba jugar con sus muñecas en el jardín de su casa, donde podía correr y disfrutar del sol. Sin embargo, un día algo extraño sucedió.

- Alma, ¿quieres venir a jugar con nosotras? -le preguntó su amiga Lucía. - No sé si puedo... -respondió Alma tímidamente. - ¡Ven! Vamos a hacer una carrera hasta la fuente del parque.

Alma dudó por un momento, pero finalmente decidió ir con ellas. Cuando llegaron al parque, las chicas empezaron a correr hacia la fuente mientras reían y gritaban de emoción. Pero Alma se quedó atrás, sintiéndose incómoda e insegura.

De repente, escuchó una voz que le susurraba al oído: "No te preocupes por lo que piensen los demás. Sigue tu propio camino y haz lo que te hace feliz". Alma miró alrededor para ver quién había hablado, pero no había nadie cerca.

Decidió seguir adelante y hacer lo que realmente quería: jugar con sus muñecas en el jardín.

A partir de ese día, Alma aprendió la importancia de ser fiel a sí misma y hacer lo que le hacía feliz en lugar de seguir las expectativas de los demás. Se dio cuenta de que no tenía nada malo ser diferente y tener gustos distintos a los de otras personas. Con el tiempo, sus amigas comenzaron a admirarla por ser tan valiente y decidida.

Y así Alma descubrió que cuando eres auténtico contigo mismo, atraes a las personas correctas en tu vida.

Desde entonces, Alma continuó jugando con sus muñecas y disfrutando del jardín, pero también se animó a probar cosas nuevas y explorar su creatividad de diferentes maneras. Y siempre recordaba la lección que aprendió aquel día en el parque: ser fiel a uno mismo es lo más importante de todo.

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