La liebre perdida


Había una vez en el campo argentino, un perro llamado Aukan que vivía junto a su dueño, don José.

Aukan era un perro muy ágil y veloz, le encantaba correr por los campos persiguiendo animales y jugando con otros perros. Un día mientras corría por el campo, Aukan vio una liebre saltando entre los arbustos. Sin pensarlo dos veces, comenzó a perseguirla con mucha rapidez.

La liebre era muy astuta y escurridiza, pero Aukan no perdía la esperanza de atraparla. De repente, la liebre se detuvo en seco al ver a una niña llamada Margarita sentada bajo un árbol leyendo un libro. Aukan se detuvo también y observó curioso lo que estaba sucediendo.

Margarita levantó la vista del libro y vio a la liebre que parecía asustada. Con mucho cuidado se acercó a ella para examinarla mejor. La liebre no intentó escapar esta vez sino que se quedó quieta mientras Margarita la examinaba.

Aukan miraba todo desde lejos cuando escuchó que Margarita hablaba con cariño hacia la liebre: "-No tengas miedo pequeña amiga, solo quiero ayudarte". La niña tomó en brazos a la liebre herida y decidió llevarla hasta su casa para curarla.

Aukan siguió a Margarita hasta su casa donde ella comenzaría cuidadosamente de darle agua fresca y comida nutritiva para recuperarse pronto. Los días pasaron lentamente mientras Margarita cuidaba amorosamente de la liebre.

Aukan se quedaba cerca de la niña y la liebre, vigilando y protegiéndolas. Un día, cuando Margarita estaba llevando a la liebre al campo para liberarla, Aukan corrió a su lado.

La liebre saltó del brazo de Margarita y comenzó a correr por el campo con mucha velocidad. Aukan corría detrás de ella, pero en un momento dado, se detuvo en seco y vio cómo la liebre desaparecía entre los arbustos.

Margarita se acercó a Aukan y le dijo cariñosamente: "-No te preocupes amigo, siempre tendrás un lugar especial en mi corazón". Aukan entendió que no era necesario perseguir animales para ser feliz. Había encontrado algo mucho más valioso: una amiga que lo quería tal como era.

Desde ese día, Aukan decidió acompañar siempre a Margarita en sus aventuras por el campo argentino. Y aunque nunca volvieron a ver a la liebre herida, sabían que habían hecho lo correcto al ayudarla y cuidarla juntos.

La historia de Aukan y Margarita nos enseña sobre el valor de la amistad verdadera y el amor hacia los animales. Además nos muestra que las mejores aventuras pueden surgir cuando menos lo esperamos.

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