La Liebre y la Tortuga
Había una vez, en un hermoso bosque lleno de flores y árboles frondosos, una liebre muy rápida llamada Lía y una tortuga tranquila llamada Tita. Lía siempre presumía de ser la más veloz de todos los animales del bosque.
Un día, mientras Lía brincaba de un lado a otro, Tita se acercó y le dijo:
"Hola, Lía. ¿Te gustaría tener una carrera?"
Lía se rió con fuerza y le respondió:
"¿Una carrera? ¡Ay, Tita! ¡Eres muy lenta! No creo que puedas ganarme en toda tu vida."
"Quizás, pero quiero intentarlo", dijo Tita con una sonrisa.
Todos los animales del bosque se reunieron para ver la carrera. El zorro, el pájaro y hasta el viejo búho estaban allí.
"¡Que comience la carrera!" gritó el búho con su voz profunda.
Cuando se dio la señal de salida, Lía salió disparada como un rayo. Mientras tanto, Tita avanzaba lentamente, paso a paso, disfrutando del paisaje.
"¿Ves, Tita? Ya estoy a medio camino y apenas has avanzado", dijo Lía mientras miraba hacia atrás.
"Es cierto, pero estoy disfrutando del camino", contestó Tita tranquila.
Lía, confiada en su velocidad, decidió hacer una pausa y se acomodó bajo un árbol.
"Voy a descansar un rato. Tita es tan lenta que tengo tiempo de sobra", dijo riendo la liebre.
Mientras tanto, Tita seguía avanzando sin parar. Cada paso que daba la acercaba más y más a la meta.
De repente, Lía se despertó de su siesta y se dio cuenta de que había pasado mucho tiempo.
"Oh no, debo apresurarme y ganar", dijo Lía desesperada y salió corriendo como un rayo.
Sin embargo, cuando llegó a la línea de llegada, se encontró con una sorpresa. ¡Tita ya estaba allí!"¿Qué...? ¡No puede ser!" exclamó Lía, atónita al ver a Tita cruzar la línea.
"Lo hice, Lía. Te dije que podía hacerlo. A veces, la perseverancia y la calma son más importantes que la velocidad", le respondió Tita alegremente.
Todos los animales del bosque aplaudieron a Tita por su gran esfuerzo y valentía. Lía, aunque un poco avergonzada, se acercó a Tita y le dijo:
"Felicidades, Tita. Has demostrado que la paciencia y el esfuerzo valen la pena. A partir de ahora, aprenderé de ti."
"¡Gracias, Lía! Y recuerda que no hay que subestimar a los demás. Todos tenemos nuestras propias fortalezas", dijo Tita con una sonrisa.
Desde ese día, Lía y Tita se hicieron grandes amigas y aprendieron que lo importante no es ganar, sino participar y disfrutar del camino. Siempre que alguien se sentía desanimado, Tita decía:
"No importa lo lenta que parezcas, lo importante es seguir adelante. Cada paso cuenta."
Y así, en el bosque, todos aprendieron de Lía y Tita que no siempre es necesario ser el más rápido para ser el mejor.
FIN.