La línea mágica del parque



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Curvalandia, una línea curva poligonal llamada Lina. Lina era muy especial porque tenía la capacidad de cambiar su forma y adaptarse a cualquier terreno que quisiera recorrer.

Un día, Lina decidió explorar el mundo más allá del campo donde siempre había vivido. Así que se dirigió hacia la ciudad vecina con mucha emoción y curiosidad.

Al llegar a la ciudad, Lina quedó maravillada por los altos edificios, las calles llenas de autos y las luces brillantes. Pero también notó algo triste: muchos niños no tenían espacios verdes para jugar o correr. Lina sabía que podía hacer algo al respecto.

Decidió convertirse en un parque móvil para llevar alegría a los niños de la ciudad. Se transformó en toboganes, columpios y trepadoras, creando un hermoso parque en medio de la bulliciosa metrópolis. Los niños estaban encantados con el nuevo parque móvil.

Corrían felices entre sus formas cambiantes y se divertían como nunca antes lo habían hecho. Los padres también estaban agradecidos por tener un lugar seguro donde sus hijos pudieran jugar. Pero no todos estaban contentos con el parque móvil de Lina.

El alcalde de la ciudad estaba molesto porque pensaba que ella estaba ocupando espacio valioso en las calles. Decidió deshacerse del parque móvil y enviarlo lejos. Cuando los niños se enteraron de esto, se pusieron muy tristes.

No podían entender por qué alguien querría quitarles su amado parque. Decidieron unirse y luchar por lo que creían. Organizaron una protesta pacífica frente al ayuntamiento, llevando pancartas y gritando consignas a favor de Lina y el parque móvil.

Los medios de comunicación se hicieron eco de la historia, y pronto toda la ciudad estaba hablando sobre el parque móvil que había traído tanta felicidad a los niños.

El alcalde finalmente entendió el valor del parque móvil y cómo había mejorado la vida de los niños en la ciudad. Se reunió con ellos y con Lina para pedir disculpas por su error y prometió encontrar un lugar permanente para el parque.

Así fue como Lina se convirtió en un símbolo de unidad entre el campo y la ciudad. El parque móvil encontró su hogar en un terreno baldío cerca del centro, donde todos los niños podían disfrutarlo sin preocupaciones.

Lina siguió recorriendo Curvalandia, cambiando su forma según las necesidades de cada día. Pero siempre llevaba consigo el recuerdo de aquellos días en la ciudad, donde aprendió que incluso una línea curva poligonal puede hacer una gran diferencia cuando se trata de brindar alegría a los demás.

Y así, Lina continuó siendo una inspiración para todos, recordándoles que no importa dónde estén o cómo sean, siempre pueden hacer algo bueno por quienes les rodean. Y esa es una lección valiosa que todos podemos aprender.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!