La Llamada de Lila y Lalo
Lila, una linda libélula, volaba ligera sobre el lago. Un día luminoso, decidió visitar a su amigo Lalo, un lobo que vivía en la ladera de la montaña.
- ¡Hola Lalo! -llamó Lila mientras giraba en círculos.
- ¡Hola Lila! -respondió Lalo, mirando al cielo. -¿Qué linda sorpresa!
- Quiero llevarte al lago, hay algo maravilloso para ver -dijo Lila entusiasmada.
Lalo, feliz, ladró: -¡Listo! ¡Vamos ya!
Así, comenzaron a volar y caminar. A lo largo del camino, Lila le contó a Lalo sobre los lírios, que lucían luminosos en el lago.
- ¡Los lírios son lo mejor! -exclamó Lalo-. ¿Puedo verlos por favor?
Lila sonrió y le dijo: -Claro, serán un espectáculo para tus lindos ojos.
Llegaron al lago y Lalo quedó maravillado. -¡Qué hermoso lugar! -gritó-. Los lírios llanos se mueven lentamente.
- ¡Sí! -asintió Lila, aleteando con alegría. -Y esos lirios en el lago parecen bailar.
De repente, un loro llamó la atención de todos. -¡Lalá! -gritó, volando bajo y lanzando plumas por el aire.
- ¡Hola loro! -saludó Lila.
- ¡Les traigo una noticia! -dijo el loro-. Hay una leyenda sobre el lago: en la luna llena, los lirios lanzan luz al cielo y aquellos que los tocan podrán hacer un deseo.
- ¡Eso suena lujoso! -dijo Lalo emocionado-.
- Sí, ¡debemos volver aquí en la luna llena! -sugirió Lila entusiasmada. Lalo, que amaba las historias, agregó: -¡Posta! ¡Quiero pedir algo! Pero, ¿qué?
Mientras pensaban, la luna comenzó a brillar, llenando el lago de plata. Lila, con sus alas luminosas, le dijo a Lalo: -¡Mira el lago! Ya está lleno de luz.
Lalo parpadeó, fascinado. -Es cierto, ¡es mágico!
Esa noche, planeaban qué desean. Lila habló: -Yo quiero volar más alto que las nubes.
Lalo reflexionó: -Ojalá pueda ver el mundo desde la cima de la montaña.
Al llegar el instante de pedir, una brisa ligera sopló. Lalo y Lila se acercaron a los lirios. -Uno, dos... ¡tres! -gritaron juntos mientras tocaban los lirios luminosos.
De repente, una luz brillante iluminó todo. Lalo sentía una ilusión de libertad, y Lila, ligereza.
Lalo, con una gran sonrisa, exclamó: -¡Soy el lobo más feliz!
Lila, ríendo, le dijo: -¡Y yo la libélula más libre!
Así, cada luna llena, Lila y Lalo volvieron al lago, volando y jugando, compartiendo sus deseos y sueños en aquel lago donde los lirios brillaban con luz.
Con el paso del tiempo, aprendieron que los verdaderos deseos no eran solo pedir, sino también disfrutar de las cosas lindas de la vida juntos.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.