La Llave de la Fortuna



A Pilar era una niña muy curiosa y alegre que vivía en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz. Desde muy pequeña le encantaba ir a la escuela, aprender cosas nuevas y jugar con sus amigos.

Todos los días se levantaba temprano, se preparaba su desayuno y salía corriendo hacia la escuela con una gran sonrisa en el rostro. Un día, mientras caminaba hacia la escuela, Pilar vio algo brillante entre los arbustos del parque.

Se acercó lentamente y descubrió que era una llave dorada muy antigua. Intrigada, decidió guardarla en su mochila y seguir su camino hacia la escuela. Al llegar al colegio, no podía dejar de pensar en la misteriosa llave que acababa de encontrar.

Durante las clases, su mente divagaba constantemente y apenas prestaba atención a lo que decía la maestra. Al terminar las clases, Pilar decidió investigar más sobre la llave.

Se dirigió al parque donde la había encontrado y comenzó a buscar alguna puerta o candado donde pudiera usarla.

Después de un rato de búsqueda infructuosa, estaba a punto de darse por vencida cuando vio algo extraño al final del sendero: ¡una puerta antigua con un candado oxidado! Pilar sintió mariposas en el estómago y supo que esa puerta era el destino de la llave dorada.

Sin dudarlo, sacó la llave de su mochila, la introdujo en el candado y ¡click! La puerta se abrió lentamente dejando ver un pasillo oscuro y misterioso. Sin pensarlo dos veces, Pilar cruzó el umbral y se adentró en aquel lugar desconocido. A medida que avanzaba por el pasillo iluminado por antorchas, pudo escuchar risas y voces familiares.

Al doblar una esquina, se encontró con todos sus amigos y compañeros de clase celebrando una fiesta sorpresa en su honor. -¡Feliz cumpleaños adelantado, Pilar! -gritaron todos emocionados. Pilar estaba tan sorprendida y feliz que no podía contener las lágrimas de emoción.

Habían organizado aquella fiesta para demostrarle cuánto la querían y apreciaban. Desde ese día, Pilar comprendió que siempre hay sorpresas maravillosas esperando ser descubiertas si uno está dispuesto a aventurarse más allá de lo conocido.

Y aunque le encantaba ir a la escuela para aprender cosas nuevas cada día, también aprendió que hay tesoros aún más valiosos como el amor y la amistad verdadera.

FIN.

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