La llave del jardín encantado



María era una niña muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, mientras jugaba en el jardín con su gatito, vio algo brillante entre las flores.

Se acercó lentamente y descubrió que era una llave muy antigua y misteriosa. - ¡Mira, Minino! ¡Encontré una llave! -exclamó María emocionada. El gatito, curioso como siempre, se acercó a olerla y maulló suavemente.

María decidió guardar la llave en su bolsillo y siguió jugando con Minino, pero no podía dejar de pensar en qué podría abrir esa llave tan especial. Por la noche, mientras cenaban sopa caliente, le contó a su mamá sobre el hallazgo. - Mamá, encontré esta llave en el jardín.

¿Crees que abre un cofre lleno de tesoros? -preguntó María con los ojos brillantes de emoción. - Quién sabe, hija. Tal vez sea el inicio de una gran aventura -respondió su mamá sonriendo.

Esa noche María no pudo dormir pensando en la llave y en todas las posibilidades que se le ocurrían. Al día siguiente, decidió salir a explorar el bosque cercano junto a Minino para ver si encontraba alguna puerta misteriosa que pudiera abrir con la llave.

Después de caminar un rato entre los árboles y arbustos, llegaron a un claro donde había una puerta vieja y cubierta de hiedra.

María sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al verla y supo que esa era la puerta que debía abrir con la llave. Con manos temblorosas sacó la llave del bolsillo y la introdujo en la cerradura. Con un clic suave, la puerta se abrió lentamente dejando ver un pasillo oscuro y misterioso detrás de ella.

- ¡Vamos Minino! ¡Esta es nuestra oportunidad de vivir una gran aventura! -dijo María decidida a descubrir qué se escondía al otro lado de la puerta. Juntos entraron al pasillo oscuro iluminado solo por pequeñas antorchas en las paredes.

Caminaron despacio escuchando sus propios pasos resonar en el silencio hasta llegar a una habitación llena de cofres brillantes y joyas centelleantes.

María abrió uno de los cofres con cuidado y dentro encontraron no solo tesoros materiales sino también libros antiguos con historias increíbles escritas en ellos. Comenzaron a leer juntos maravillados por todo lo que descubrían. Desde ese día, María entendió que las verdaderas riquezas no siempre están hechas de oro y plata, sino también de conocimiento e imaginación.

Y cada noche antes de dormir seguía soñando despierta con nuevas aventuras por vivir junto a su inseparable amigo Minino.

FIN.

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