La llave dorada de Villa Limpiecito


En un pequeño pueblo llamado Villa Limpiecito, vivía una valiente pupilca llamada Pilar. Pilar siempre había soñado con limpiar las aguas residuales del río que cruzaba su pueblo, pero todos le decían que era imposible y peligroso.

Un día, cansada de escuchar tantas negativas, decidió tomar cartas en el asunto. Se puso su traje de buceo, agarró su red y se lanzó al río sin pensarlo dos veces.

Mientras nadaba entre la suciedad, encontró a un pez muy triste atrapado entre bolsas plásticas y latas oxidadas. "¡Hola! ¿Qué haces aquí tan solito?", preguntó Pilar al pez. "Estoy atrapado y no puedo salir.

La contaminación en este río me está haciendo daño", respondió el pez con voz entrecortada. Pilar no dudó ni un segundo y con mucho esfuerzo logró liberar al pez de su prisión de basura. El pez, agradecido, le dijo:"Gracias por salvarme. Eres la primera persona que se preocupa por mí".

Pilar sonrió y siguió adelante con su misión. Con paciencia y determinación fue limpiando una por una todas las impurezas del río.

Pronto, otros animales acudieron a ella en busca de ayuda: tortugas atrapadas en botellas plásticas, aves enredadas en hilos de pescar... Pilar los rescataba a todos con amor y dedicación. Día tras día, el río volvía a recuperar su brillo original gracias al arduo trabajo de Pilar.

Los habitantes del pueblo empezaron a notar el cambio y se sintieron inspirados por la valentía de la joven pupilca. Un día, mientras Pilar limpiaba una zona profunda del río, encontró algo brillante entre la mugre. Era un medallón antiguo con inscripciones desconocidas.

Intrigada, lo guardó en su bolsillo y continuó con su tarea. Al anochecer, cuando regresaba a casa después de un largo día de trabajo, vio a lo lejos una figura misteriosa esperándola en la orilla del río.

Era un anciano sabio del pueblo conocido como Don Eusebio. "Ve ve ve... Veo veo... ", murmuraba Don Eusebio mientras sostenía un viejo pergamino entre sus manos arrugadas. "¿Qué ves Don Eusebio?", preguntó curiosa Pilar.

El anciano levantó la mirada hacia ella y dijo:"Veo en ti el reflejo de nuestra madre naturaleza; veo tu valentía limpia pupilca querida. "Entonces extendió el pergamino ante ella mostrando unas antiguas escrituras que decían: "Quien limpie las aguas sagradas será recompensado con la llave dorada".

Pilar entendió entonces que aquel medallón era la llave dorada mencionada en las escrituras. Emocionada por descubrir el significado detrás de todo aquello, corrió hacia el río para sumergirse una vez más en sus cristalinas aguas ya libres de contaminación.

Al sumergirse hasta lo más profundo del cauce encontró una puerta dorada cubierta por algas marinas que parecían haber estado allí desde hacía siglos.

Con ayuda del medallón pudo abrir la puerta revelando así un manantial subterráneo lleno de agua pura y cristalina que fluía hacia el río devolviéndole vida nueva cada instante.

Desde ese día Villa Limpiecito se convirtió en uno de los lugares más hermosos gracias al esfuerzo inquebrantable e inspirador Limpia pupilca quien logró demostrarle al mundo entero que nada es imposible cuando se tiene amor por nuestro planeta Tierra.

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