La llave dorada del faro mágico


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Sabrosura, una niña llamada Teresita. Teresita era una niña alegre y curiosa a la que le encantaban los perritos, los gatitos y el chocolate con pan.

Todos los días, después de la escuela, Teresita se iba al parque a jugar con los animales callejeros que vivían por allí. Un día de primavera, mientras Teresita jugaba con los perritos y gatitos del parque, vio algo brillar entre unos arbustos.

Se acercó con curiosidad y descubrió una llave dorada. Sin pensarlo dos veces, Teresita agarró la llave y decidió buscar qué tesoro podría abrir. -¡Mira lo que encontré! -exclamó Teresita mostrando la llave a sus amigos animals.

Los animales movieron sus colas emocionados y decidieron ayudar a Teresita en su búsqueda del tesoro. Juntos recorrieron el pueblo en busca de la cerradura que encajara con la llave dorada.

Pasaron por el mercado, el río e incluso la plaza principal, pero no lograban encontrarla. Después de un largo día de búsqueda infructuosa, decidieron descansar en la heladería del señor Pancho.

Mientras disfrutaban de unos ricos helados de chocolate con pan, vieron un cuadro antiguo en la pared que tenía dibujada una llave muy similar a la que había encontrado Teresita. -¡Ese es el cuadro del viejo faro abandonado! -exclamó uno de los gatitos.

Sin perder tiempo, Teresita y sus amigos animals corrieron hacia el viejo faro abandonado en las afueras del pueblo. Al llegar al faro, encontraron una puerta oxidada con una cerradura dorada que parecía esperar por ellos. -Con cuidado...

¡click! -la llave giró en la cerradura y la puerta se abrió lentamente revelando un brillo deslumbrante en su interior. Al entrar al faro descubrieron un cofre lleno de monedas antiguas y piedras preciosas. Estaban maravillados por su hallazgo cuando escucharon un ruido proveniente del piso superior.

Subieron las escaleras temblorosos y encontraron a un anciano sentado frente a un telescopio mirando hacia el horizonte. -¡Oh! ¿Quiénes son ustedes? -preguntó amablemente el anciano sorprendido por ver visitantes inesperados.

Teresita le contó al anciano sobre su hallazgo gracias a la llave dorada y cómo habían llegado hasta ahí siguiendo pistas inesperadas. El anciano sonrió emocionado y les dijo:-Gracias por haber encontrado mi tesoro perdido hace tanto tiempo.

Como recompensa pueden quedarse con algunas monedas para comprar chocolates con pan para todos nosotros cada vez que quieran venir a visitarme aquí arriba. Desde ese día, Teresita se convirtió en amiga del anciano del faro y juntos disfrutaban de ricos chocolates con pan mientras observaban juntos el atardecer desde lo alto del faro abandonado.

Y así fue como Teresita aprendió que las aventuras más emocionantes pueden empezar con algo tan simple como encontrar una llave dorada entre unos arbustos.

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