La llegada del Dios de las Plumas
Hace mucho, mucho tiempo, en las tierras de Mendoza, existía un río llamado Atuel donde los dioses solían reunirse para discutir y resolver sus conflictos.
Un día, los dioses de la tierra y del agua comenzaron a pelear por el control del río, causando gran preocupación entre los habitantes de la región. Entonces, en medio de la disputa, un nuevo dios apareció: el Dios de las Plumas.
Este dios, conocido por su sabiduría y bondad, decidió intervenir para detener la lucha. "¡Alto! ¡Basta de pelear!" exclamó el Dios de las Plumas con su voz resonante y tranquila. Los demás dioses se detuvieron sorprendidos y atentos a sus palabras.
"Comprendo que cada uno de ustedes quiere lo mejor para la tierra y sus seres vivos, pero la lucha no es la solución. Debemos trabajar juntos y buscar un equilibrio para que el río Atuel siga siendo un lugar próspero y hermoso para todos".
Su discurso resonó en los corazones de los dioses, quienes finalmente aceptaron cooperar. Juntos, crearon un acuerdo para proteger el río y asegurar que todas las criaturas que dependían de él pudieran vivir en armonía.
Así, el río Atuel volvió a ser un lugar de paz y nutrición para la tierra, gracias a la intervención del Dios de las Plumas y la colaboración de los demás dioses.
Los habitantes de la región aprendieron una valiosa lección de este suceso: que trabajar en equipo y buscar soluciones pacíficas son la clave para resolver los conflictos y proteger la naturaleza.
FIN.