La Llorona del Bosque Mágico
Había una vez un bosque mágico donde vivía una llorona llamada Lila. Lila era una pequeña criatura que, aunque siempre parecía triste, tenía un corazón lleno de amor. Su hogar estaba rodeado de árboles altísimos, flores de colores vibrantes y un aire fresco que olía a manzanas y zanahorias. Pero había algo muy peculiar en este bosque: los árboles no solo comían luz del sol, ¡también disfrutaban de la carne!
Un día, mientras Lila se sentaba bajo un frondoso árbol llamado Tano, decidió confesarle su tristeza.
"Tano, siempre estoy sola, y a veces me siento tan abrumada por mis lágrimas que no puedo disfrutar de las maravillas de este lugar."
Tano, con su voz profunda y reconfortante, le respondió:
"Querida Lila, todos tenemos días tristes. Pero el bosque nos regala muchas cosas hermosas. ¿Por qué no intentas encontrar algo que te haga reír?"
Lila se secó las lágrimas y decidió explorar el bosque. Caminó un rato y se encontró con varios animalitos. Había una ardilla llamada Roco, que siempre estaba lleno de energía y bromas.
"¡Hola, Lila! ¿Por qué llevas esa cara tan larga?"
"Porque me siento triste, Roco. No encuentro nada que me haga reír."
"¡Vamos a jugar al escondite! Te aseguro que vas a reír muchísimo."
Lila decidió unir fuerzas con Roco y probar el juego. Al principio, se sentía rara escondiéndose detrás de los grandes árboles, pero luego, cada vez que Roco aparecía en un lugar inesperado, las risas comenzaban a brotar de su corazón. Mientras jugaban, Lila se olvidó de su tristeza y disfrutó de la compañía.
Un rato más tarde, al regreso, Lila se encontró con dos conejos que discutían sobre qué zanahorias eran las más deliciosas.
"Hola, Lila, ven a unirte a nosotros. Estamos eligiendo nuestras zanahorias favoritas. ¿Cuál es la tuya?" preguntó la coneja, llamada Nea.
"Me encantan las que crecen cerca del arroyo. Son más dulces."
Los conejos la miraron sorprendidos.
"¡Eso es genial! Necesitamos hacer un concurso para ver quién encuentra la mejor zanahoria."
Y así, unieron sus energías para formar un grupo de búsqueda. Mientras exploraban el bosque en busca de zanahorias, Lila se dio cuenta de que la tristeza se había desvanecido, reemplazada por la alegría de compartir momentos con amigos.
Al llegar a un claro del bosque, vieron un enorme árbol con ramas colgantes que resplandecían al sol. Lila miró hacia arriba, y de repente dijo:
"Ese lugar se ve perfecto para un picnic. ¡Podemos compartir nuestras zanahorias! ¡Y si Llorona se siente sola, podemos invitarla!"
Los animalitos se miraron con curiosidad.
"¿Quién es Llorona?" preguntó Roco.
"Es una amiga que también vive en el bosque, pero siempre la veo estar triste. Desde que la conocí, nunca ríe."
Los conejos decidieron unirse a la propuesta, y juntos fueron a buscar a Llorona. La encontraron cerca del arroyo, con su cara triste y lágrimas en sus mejillas.
"Hola, Llorona. ¿Te gustaría venir a un picnic con nosotros? Estamos buscando las mejores zanahorias para compartir."
Llorona levantó la mirada, sorprendida por la invitación.
"¿De verdad querrían que yo fuera? No quiero molestar..."
"¡Para nada! La alegría se multiplica cuando te sumás!" dijo Lila con una sonrisa.
Finalmente, Llorona aceptó la invitación, y juntos fueron al hermoso árbol del picnic. Allí, compartieron risas, cuentos, y las zanahorias más ricas que habían encontrado. Lila se dio cuenta de que la tristeza a veces podía ser compartida y que no había nada como tener amigos a tu lado.
Desde ese día, Llorona comenzó a sonreír más a menudo, y el bosque se llenó de risas. En el lugar donde se sentía sola, ahora había amigos que compartían sus risas y aventuras. Una mañana, Lila decidió practicar una canción sobre su amistad, y los árboles del bosque, siendo testigos de sus risas, comenzaron a mecerse al ritmo de la música.
Así, en el bosque donde los árboles comían carne y las criaturas compartían zanahorias, Lila aprendió que siempre hay un motivo para sonreír, y que la tristeza se aligera cuando la compartimos con otros.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.