La Lluvia de Brillos



Érase una vez en el colorido pueblo de Alegría, donde los niños jugaban felices en los parques y los animales correteaban por las praderas. Un día, mientras el sol brillaba en lo alto del cielo, algo mágico comenzó a suceder.

Desde el horizonte se acercaba una nube brillante, que poco a poco fue cubriendo al pueblo con una suave sombra. Cuando la nube comenzó a llorar, no eran gotas de agua, sino miles de brillos que caían como estrellas a la tierra.

Los niños salieron corriendo de sus casas, llenos de asombro. - ¡Mirá, Mirá! ¡Es una lluvia de brillos! - exclamó Juli, una niña pelirroja.

- ¡Vamos a recogerlos! - gritó Tino, un niño aventurero, mientras corría hacia un campo lleno de flores.

Los pequeños comenzaron a correr bajo la lluvia deslumbrante, tratando de atrapar los brillos en sus manitas. Pero no solo los niños estaban emocionados; los animales también se sumaron a la fiesta. Los pájaros volaban en círculos, las ardillas brincaban entre los árboles, y hasta el viejo burro Pepe se asomaba curioso por la valla del corral.

- ¡Mirame, soy un arcoíris! - dijo Lila, la perra, saltando entre los brillos.

- Todos somos arcoíris - respondió Tino, con una gran sonrisa. - ¡Juguemos, juguemos!

Pero de repente, algo extraño ocurrió. La lluvia de brillos comenzó a desvanecerse, y nuevamente una sombra oscura cubrió el pueblo. Los niños se miraron asustados.

- ¿Qué pasó? - preguntó Juli, con preocupación.

- No lo sé, pero no puede terminar así - dijo Tino. - ¡Tenemos que hacer algo!

Los pequeños decidieron organizarse y corrieron a buscar a don Zacarías, el anciano que siempre sabía de historias mágicas. Don Zacarías les contó que la lluvia de brillos era un regalo del Sol, pero que necesitaba la colaboración de los niños y los animales para brillar con más fuerza.

- ¡Entonces tenemos que hacer que el sol vuelva a brillar! - exclamó Lila, la perra. - ¿Cómo lo hacemos?

- Mientras seamos unidos, nuestros corazones brillarán - dijo don Zacarías con una sonrisa.

Los niños pensaron por un momento y a una voz respondieron: - ¡Hagamos un gran círculo! -

Así, los niños y los animales se tomaron de las manos y patas formando un círculo gigantesco. Comenzaron a cantar y a bailar alegres, sin importar si estaban mojados o no. Al poco tiempo, los brillos comenzaron a caer nuevamente, pero ahora eran aún más fuertes y bellos.

- ¡Mirá! - dijo Juli mirando hacia el cielo.- ¡El sol está volviendo a salir!

Y efectivamente, el preciado Sol asomó su cara resplandeciente, llenando el pueblo de Alegría con luz y calidez. La lluvia de brillos se intensificó, cubriendo todo a su paso y creando un espectáculo de colores en el cielo.

Los niños y los animales festejaron con un gran abrazo, comprendiendo que la unión y la amistad son lo más importante de todos.

- No olvidemos lo que vivimos hoy - dijo Tino, secándose las lágrimas de alegría. - Siempre juntos, brilla más.

Desde aquel día, cada vez que cae una lluvia de brillos en el pueblo de Alegría, los niños y los animales se reúnen para recordar que, con amor y amistad, ¡hasta los cielos más grises pueden llenarse de luz! Y así, cada vez que el sol asoma, hay un pacto de alegría en el aire, un recordatorio de que juntos son el verdadero brillo que el mundo necesita.

FIN.

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