La lluvia de confites
Victoria era una niña muy curiosa y soñadora. Siempre veía cosas que los demás no podían ver, pero su última experiencia había sido la más increíble de todas.
Un día, mientras caminaba hacia el colegio, vio caer del cielo una lluvia de confites multicolores. Cuando llegó al aula, Victoria compartió su experiencia con sus compañeros de clase. "¡Chicos! ¡Hoy vi una lluvia de confites en mi camino hacia el colegio!", exclamó emocionada.
Pero todos sus compañeros se rieron y le dijeron que eso era imposible. Victoria se sintió triste y frustrada porque nadie le creyó. Incluso la maestra pensó que estaba inventando cosas para llamar la atención.
Pero ella sabía lo que había visto y decidió hacer algo al respecto. Al día siguiente, Victoria llevó un frasco lleno de confites a la escuela para mostrarle a sus compañeros lo que había visto.
Al principio, ellos seguían burlándose de ella, pero cuando abrió el frasco y dejó caer algunos confites sobre la mesa, todos quedaron sorprendidos. "-¡Miren! ¡Son iguales a los que vi ayer!", dijo Victoria emocionada.
Los niños empezaron a preguntarle cómo había conseguido los confites y si realmente habían llovido del cielo como ella decía. Victoria les explicó que había recogido algunos durante su camino hacia el colegio después de la lluvia.
A partir de ese momento, todos los niños empezaron a creer en las historias fantásticas que contaba Victoria porque ahora tenían pruebas tangibles frente a ellos. Además, aprendieron que no debían burlarse de las experiencias de los demás, sino escuchar y tratar de comprenderlas.
Victoria se sintió feliz al saber que sus compañeros finalmente la creían y aprendieron una valiosa lección sobre respeto y aceptación. A partir de entonces, todos los días salía con su frasco en la mano esperando ver una nueva lluvia de confites.
Y aunque nunca volvió a ocurrir, Victoria siempre mantuvo viva su imaginación y su espíritu soñador.
FIN.