La lluvia en la playa



Isabel era una niña de 8 años que amaba la playa. Le encantaba jugar en la arena, correr por la orilla del mar y sentir el sol en su piel.

Pero un día, mientras estaba en la playa con su familia, comenzó a llover. -¡Oh no! -dijo Isabel llorando-. ¡No quiero irme de la playa! -Tranquila, Isabel -le dijo su mamá-. Podemos buscar un refugio para esperar a que pase la lluvia.

Así que todos empezaron a caminar por la playa buscando algún lugar donde pudieran protegerse de la lluvia. Fue entonces cuando vieron una pequeña cabaña junto al mar. -¡Miren! -exclamó el papá de Isabel-.

Esa cabaña parece un buen lugar para esperar a que pare de llover. Todos corrieron hacia allí y se metieron dentro. La cabaña era pequeña pero acogedora, y tenía una vista hermosa del mar.

Mientras esperaban a que pasara la lluvia, Isabel miraba las olas chocar contra las rocas y se daba cuenta de lo poderoso e imponente que era el mar. -¿Por qué hay olas? -preguntó ella curiosa. -Son causadas por el viento -le explicó su papá-.

Cuando sopla fuerte sobre el océano, crea ondas que luego se convierten en olas cuando llegan a la costa. Isabel quedó fascinada con esa explicación y siguió observando las olas durante un rato más.

Pero después de un tiempo, comenzó a sentirse aburrida y triste porque no podía jugar en la playa. -¿Qué pasa, Isabel? -le preguntó su mamá al notar que estaba llorando de nuevo-. -Extraño jugar en la playa -respondió ella con tristeza-. No es lo mismo estar aquí adentro.

Entonces su papá tuvo una idea. Buscó algunos juegos de mesa en la cabaña y empezaron a jugar juntos. Jugaron a las cartas, al ajedrez y hasta inventaron un juego nuevo que les mantuvo entretenidos durante horas.

Finalmente, la lluvia cesó y salieron de la cabaña para disfrutar del sol que había salido después de la tormenta.

Isabel se dio cuenta de que no importaba si llovía o hacía sol: lo importante era estar con su familia y divertirse juntos sin importar las circunstancias. Desde ese día, cada vez que iban a la playa y llovía, Isabel recordaba aquel día en el refugio junto al mar.

Y aunque extrañara jugar en la arena bajo el sol, sabía que siempre habría algo divertido por hacer junto a su familia mientras esperaban pacientemente a que pasara la lluvia.

FIN.

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