La lluvia mágica de Tomás
Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con su abuela sentada en una roca mirando al cielo.
- Hola abuela, ¿qué estás haciendo? -preguntó Tomás curioso. - Estoy esperando la lluvia chocolatada calentita -respondió la abuela con una sonrisa. Tomás no entendía a qué se refería su abuela, pero decidió quedarse a su lado y esperar junto a ella.
Pasaron las horas y nada ocurrió hasta que de repente, empezaron a caer gotas grandes y gruesas del cielo.
- ¡Mira! ¡Es la lluvia chocolatada calentita! -exclamó la abuela emocionada mientras sacaba una taza de su bolso y recogía algunas gotas en ella. Tomás probó el líquido que estaba dentro de la taza y era realmente chocolate caliente. La lluvia siguió cayendo durante toda la tarde mientras los dos disfrutaban de su dulce sabor.
Al día siguiente, Tomás volvió al bosque para ver si había más lluvia chocolatada calentita. Sin embargo, esta vez se encontró con una ardilla triste que había perdido sus nueces. - ¿Qué pasa amiguita? -preguntó Tomás preocupado.
La ardilla explicó que necesitaba las nueces para sobrevivir durante el invierno ya que eran su comida favorita. Tomás recordó lo feliz que fue cuando compartió el chocolate caliente con su abuela y decidió ayudar a la ardilla.
Juntos, buscaron por todo el bosque hasta que encontraron las nueces perdidas. La ardilla estaba muy agradecida y le regaló a Tomás una de sus nueces favoritas. Desde ese día, Tomás aprendió que compartir y ayudar a los demás era lo más importante en la vida.
Cada vez que llovía la lluvia chocolatada calentita, él se aseguraba de tener una taza extra para compartir con alguien necesitado.
Y así, Tomás vivió feliz junto a su abuela y todos los habitantes del pueblo gracias al espíritu solidario que había adquirido.
FIN.