La lluvia salvadora



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Lluvia, donde vivían dos mejores amigos, Martín y Sofía. Ambos eran curiosos y siempre estaban buscando nuevas aventuras.

Un día de verano, mientras jugaban en el parque, notaron que el césped se estaba volviendo amarillo y las plantas parecían marchitarse. Sofía preguntó preocupada: "¿Por qué todo está tan seco?". Martín recordó haber aprendido sobre el ciclo del agua en la escuela y decidió explicarlo a su amiga.

Martín comenzó a contarles a Sofía sobre cómo funciona el ciclo del agua. Les dijo que la lluvia cae del cielo y llena los ríos, lagos y océanos.

El sol calienta esa agua y la convierte en vapor, formando nubes en el cielo. Cuando las nubes están demasiado llenas de vapor, comienzan a enfriarse y se vuelven pesadas, lo que hace que llueva nuevamente.

Sofía se emocionó al saberlo e inmediatamente preguntó: "Pero si es así, ¿por qué no ha estado lloviendo tanto?". Martín pensativo respondió: "Bueno, hay muchas razones por las cuales puede haber menos lluvia de lo normal.

A veces puede ser porque estamos pasando por una sequía o porque hay mucha contaminación en el aire". Ambos amigos decidieron investigar más sobre esto para poder ayudar a su pueblo con la falta de agua. Se dirigieron al laboratorio de ciencias de la escuela para hablar con su maestra favorita, la profesora Laura.

La profesora Laura les dio la idea de construir un sistema de recogida de agua de lluvia en el pueblo.

Les explicó que podrían recolectar el agua de lluvia y utilizarla para regar las plantas y mantener el pueblo verde. Martín y Sofía se entusiasmaron con la idea y comenzaron a trabajar en su proyecto.

Convencieron a los demás niños del pueblo para que se unieran a ellos y juntos construyeron grandes barriles para recolectar el agua de lluvia. Un día, mientras estaban terminando su proyecto, una gran tormenta llegó al pueblo. Las nubes grises oscurecieron el cielo y comenzó a llover fuertemente.

Todos los barriles que habían construido se llenaron rápidamente con agua fresca y limpia. El pueblo estaba feliz por la lluvia tan esperada, pero también emocionados por poder utilizar esa agua para ayudar al medio ambiente.

Martín, Sofía y los demás niños celebraron su éxito con una fiesta en honor al ciclo del agua. Desde ese día, Villa Lluvia siempre tuvo suficiente agua gracias al sistema de recolección que habían construido. Los campos volvieron a ser verdes y las plantas florecieron nuevamente.

Martín y Sofía aprendieron que todos podemos hacer algo pequeño para cuidar nuestro planeta. No importa cuán jóvenes seamos, nuestras acciones pueden tener un impacto positivo en el mundo que nos rodea.

Y así fue como Martín, Sofía y sus amigos enseñaron a todo el pueblo sobre el ciclo del agua mientras trabajaban juntos para proteger su hogar querido: Villa Lluvia.

FIN.

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