La Lonchera Perdida de Lito



En la Escuela de los Conejitos, todos los días eran una aventura. Un soleado lunes, los conejitos se preparaban para el momento más esperado: ¡la hora del almuerzo! Cada uno llevaba su lonchera llena de deliciosos bocados.

Entre ellos estaban Lito, un conejito de pelaje blanco y suave, y su inseparable amigo Tito, que era de color marrón con manchas blanquitas. Mientras todos se sentaban a comer en el claro del bosque, Lito comenzó a buscar su lonchera.

"¡Oh no!" - exclamó Lito, con los ojos bien abiertos. "¡No encuentro mi lonchera!"

"¿Qué? Pero, ¿dónde la dejaste?" - preguntó Tito, preocupado.

"No lo sé, creo que la perdí mientras jugábamos en el parque antes de venir" - respondió Lito, sintiendo cómo su pancita rujía por el hambre.

El resto de los conejitos sacaron sus ricos almuerzos, hortalizas frescas, frutas jugosas y hasta algún que otro dulce, y Lito los miraba con ansias. Tito pudo verlo, y su corazón se llenó de tristeza por su amigo.

"No te preocupes, Lito. Estoy seguro de que podemos encontrarla. Vamos a preguntarle a la Miss Empatía, ella siempre tiene buenas ideas" - sugirió Tito, decidido.

Los conejitos se acercaron a la Miss Empatía, que estaba leyendo un libro bajo un árbol. Tenía una mirada amable y siempre sabía cómo ayudar.

"Miss Empatía, Lito ha perdido su lonchera y tiene mucha hambre" - dijo Tito, con la voz llena de preocupación.

"Oh, Lito, eso suena muy difícil. No te preocupes, aquí hay una solución. ¿Qué tal si hacemos una búsqueda juntos?" - respondió la Miss, dándole una palmadita en la espalda a Lito. "Podemos organizar a todos los conejitos para que nos ayuden a buscar tu lonchera".

Lito se sintió un poco mejor, aunque la pancita seguía rujendo.

"¡Sí! ¡Vamos a buscarla!" - exclamó Tito, muy emocionado.

La Miss Empatía reunió a todos los conejitos y les explicó la situación.

"Todos, necesitamos un poco de ayuda. Nuestro amigo Lito ha perdido su lonchera y necesita que lo ayudemos a encontrarla hoy mismo".

Los conejitos se pusieron manos a la obra. Se dividieron por grupos y comenzaron a buscar. Lito se sintió muy agradecido por tanto apoyo, pero había algo más que lo inquietaba: la hora del almuerzo pasaba y él seguía con hambre.

Así que, mientras los demás buscaban, Tito tuvo una idea brillante.

"Eh, chicos, mientras buscamos, ¿por qué no compartimos nuestra comida con Lito?" - propuso mientras alzaba su zanahoria jugosa.

"¡Sí, es una gran idea!" - dijeron los otros conejitos al unísono.

"Lito, ven, comparte con nosotros. Todos somos amigos aquí" - lo animaron, sonriendo.

Lito no podía creer lo generosos que eran sus amigos.

"¡Gracias! No saben cuánto significa para mí" - dijo Lito, con una gran sonrisa, mientras comenzaba a disfrutar la deliciosa comida.

Finalmente, tras un rato de búsqueda, uno de los conejitos gritó con entusiasmo desde un arbusto.

"¡La encontré! ¡La encontré!" - era la lonchera perdida de Lito, llena de exquisitas verduras.

Lito corrió hacia el sonido y se sintió el conejito más feliz del mundo.

"¡Mi lonchera!" - gritó, brincando de alegría.

"¡Gracias a todos por ayudarme!" - añadió, con lágrimas de felicidad en los ojos.

La Miss Empatía sonrió y les dijo:

"Hoy aprendimos algo valioso. No solo es importante ayudar a un amigo en apuros, también compartir lo que tenemos hace que los momentos difíciles sean más llevaderos. ¡Así es como se construyen grandes amistades!"

Y así, entre risas y aventuras, los conejitos terminaron su almuerzo, contentos de haber ayudado a Lito y de haber compartido un momento tan especial. Juntos, aprendieron que la amistad y la empatía son más importantes que cualquier lonchera llena de comida.

FIN.

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