La lucha por la supervivencia vegetal


Había una vez un mundo muy diferente al nuestro, en el que existía una energía mágica que podía ser utilizada para crear fuego y electricidad. Los humanos de ese mundo la llamaban "energía vital" y era algo muy preciado.

En ese mundo también existían unos árboles muy especiales, capaces de absorber esa energía vital y crecer de manera gigante. Estos árboles eran conocidos como los "árboles vitales".

Los humanos aprendieron a utilizar los árboles vitales como refugio, construyendo casas dentro de ellos. Pero pronto descubrieron que los árboles vitales eran tan poderosos que dejaban estéril la tierra a su alrededor.

Un grupo de niños curiosos decidió explorar más allá del rango estéril de los árboles vitales, buscando nuevas formas de vida. En su camino encontraron un pequeño arbusto con unas hojas verdes brillantes. - ¡Miren esto! -exclamó uno de los niños-.

¡Este arbusto no ha sido afectado por la energía vital! - ¿Qué significa eso? -preguntó otro niño. - Significa que hay vida fuera del alcance de los árboles vitales -respondió el primero-. Debemos proteger este arbusto y encontrar más plantas así para poder cultivar alimentos fuera del rango estéril.

Los niños regresaron a su pueblo con el arbusto en mano y comenzaron a investigar cómo cultivarlo. Poco a poco fueron encontrando más plantas resistentes a la energía vital y lograron establecer un huerto fuera del alcance de los árboles vitales.

Pero no todo fue fácil. Un día, un grupo de adultos del pueblo decidió talar uno de los árboles vitales para construir una casa más grande y lujosa.

Los niños se opusieron, sabiendo que eso significaría dejar una zona estéril aún mayor. - ¡No podemos permitirlo! -gritó uno de los niños-. Debemos encontrar una solución pacífica para todos.

Los niños convocaron a una reunión en la plaza del pueblo y presentaron su huerto como prueba de que era posible vivir fuera del alcance de los árboles vitales. Al final, lograron persuadir a los adultos y juntos trabajaron en armonía para construir casas fuera del rango estéril y cultivar alimentos saludables para todos.

Gracias al coraje y determinación de unos pocos niños curiosos, el pueblo aprendió que es posible vivir en armonía con la naturaleza sin dañarla. Y así, ese mundo mágico se convirtió en un lugar más sostenible y habitable para todos sus habitantes.

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