La Luna Brillante


Había una vez un hada llamada Luna, que vivía en el bosque encantado. A diferencia de las otras hadas, a Luna le gustaba mucho jugar y cantar.

Pasaba sus días saltando de flor en flor, explorando cada rincón del bosque y entonando melodías alegres. Un día, mientras Luna jugaba entre los árboles, escuchó un sonido extraño proveniente de un arbusto cercano. Se acercó con curiosidad y descubrió a un pequeño pajarito atrapado entre las ramas.

- ¡Ayuda! -piaba el pajarito-. No puedo volar, estoy atrapado aquí. Luna rápidamente extendió su varita mágica y con un toque suave liberó al pajarito.

El ave estaba muy agradecida y decidió acompañar a Luna en sus aventuras por el bosque. Desde ese día, Luna y el pajarito se convirtieron en los mejores amigos. Juntos recorrían todos los rincones del bosque cantando hermosas canciones que alegraban los corazones de todos los seres mágicos que vivían allí.

Pero no todo era felicidad para Luna. Había otras hadas que veían su forma de ser como algo extraño e inusual. Pensaban que jugar y cantar no era apropiado para una verdadera hada.

Un día, mientras Luna jugaba cerca del lago encantado, dos haditas llamadas Estrella y Aurora se acercaron a ella con caras serias. - ¿Qué estás haciendo? -preguntó Estrella con voz despectiva-. Las verdaderas hadas no juegan todo el tiempo ni cantan canciones tontas.

Luna se sintió muy triste al escuchar esas palabras. No entendía por qué las otras hadas no podían aceptarla tal como era.

Se alejó del lago con lágrimas en los ojos y se refugió en su hogar, una hermosa cueva decorada con flores y mariposas. El pajarito intentaba consolar a Luna, pero ella estaba demasiado triste para prestarle atención.

Pasaron varios días en los que Luna no salía de su cueva y el bosque encantado perdió su brillo sin el canto alegre del hada. Un día, mientras Luna se encontraba sumida en la tristeza, un grupo de animales del bosque decidió hacer algo especial por ella. El conejo, el zorro y la ardilla organizaron una sorpresa en honor a Luna.

Cuando Luna abrió la puerta de su cueva, se encontró con todos los animales reunidos junto a un escenario improvisado. Estrella y Aurora también estaban allí, pero esta vez tenían sonrisas amigables en sus rostros.

- Hemos aprendido algo importante -dijo Estrella-. Nos dimos cuenta de que tu alegría y tus canciones hacen que todo sea más hermoso aquí en el bosque encantado. - Y queremos pedirte disculpas por haberte juzgado sin razón -añadió Aurora-.

Eres única y especial, Luna. Queremos que sigas jugando y cantando como siempre lo has hecho. Luna no podía creer lo que estaba escuchando. Sus ojos brillaron de felicidad mientras abrazaba a sus amigos.

Desde ese día, Luna y el pajarito volvieron a llenar el bosque encantado con su música y risas. Estrella y Aurora se unieron a ellos en sus aventuras, aprendiendo a disfrutar de la alegría que Luna irradiaba.

La historia de Luna nos enseña que todos somos diferentes y eso es lo que nos hace especiales. No debemos juzgar ni criticar a los demás por ser distintos, sino aprender a valorar nuestra individualidad y celebrarla junto con la diversidad de aquellos que nos rodean.

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