La Luna Coqueta y el Sol Generoso
En una noche en el cielo argentino, brillaba la hermosa Luna, la cual se sentía muy orgullosa de su brillo. Presumía con las estrellas de su luz, alardeando sobre cómo iluminaba la oscuridad de la noche para el disfrute de todos. La Luna siempre se pavoneaba por su belleza y su resplandor, deslumbrando a todos con su actitud altiva.
"¡Miren qué hermosa y resplandeciente soy!" se vanagloriaba la Luna, sin importarle cómo se sentían las demás estrellas. Su arrogancia y prepotencia la llevaban a menospreciar a los demás astros.
El Sol, cansado de la actitud engreída de la Luna, decidió tomar cartas en el asunto. Irritado por el comportamiento de la Luna, el Sol decidió retirarle su luz como castigo, sumiendo al mundo en la oscuridad durante las noches. La Luna, acostumbrada a ser el centro de atención, se vio en aprietos al ver que su brillo se desvanecía, dejando a todos en la penumbra. Comenzó a sentirse sola y arrepentida por su comportamiento egoísta.
Sin su brillo, la Luna comprendió lo vital que era su luz para iluminar la noche y permitir que la vida en la Tierra floreciera. Llorando lágrimas de arrepentimiento, la Luna buscó al Sol para pedirle perdón.
"Oh, Sol generoso, me he comportado de manera orgullosa y desagradable. He aprendido que mi luz es valiosa no solo para brillar, sino también para proporcionar belleza y alegría a todos. Por favor, perdóname por mi actitud arrogante", suplicó la Luna con humildad.
El Sol, conmovido por las palabras de arrepentimiento de la Luna, decidió perdonarla. Sin embargo, le dejó en claro que su luz debía ser utilizada con humildad y sabiduría, para beneficiar a todos sin menospreciar a nadie. Desde ese día, la Luna se convirtió en un símbolo de humildad y generosidad, iluminando las noches con su resplandor sin olvidar la lección que el Sol le había enseñado.
FIN.