La Luna Cumpleañera



Había una vez un hermoso diamante que vivía en lo alto de una montaña. Era el diamante más grande y brillante de todos, pero a pesar de su belleza, se sentía muy solo.

Un día, mientras observaba la noche estrellada, vio a un zorro corriendo por el bosque. El zorro parecía estar buscando algo con mucha prisa. - ¡Hola! -dijo el diamante-. ¿Qué estás buscando? - Busco la Luna -respondió el zorro-.

Hoy es su cumpleaños y quiero darle un regalo especial. El diamante se ofreció a ayudar al zorro en su búsqueda y juntos comenzaron a buscar la Luna por todo el bosque.

Después de mucho caminar, llegaron a un claro donde había una hermosa laguna iluminada por los rayos plateados de la Luna. - ¡Mira! Allí está ella -exclamó el zorro señalando hacia la laguna. Pero algo extraño estaba pasando esa noche: La Luna no brillaba como siempre lo hacía.

Estaba triste y opaca. - ¿Qué le pasa? -preguntó preocupado el diamante-. Ella siempre brilla tan radiante como yo. El zorro explicó que la Luna estaba triste porque nadie le había dado un regalo en su cumpleaños.

Entonces, decidieron hacerle uno entre los tres para animarla. El diamante sugirió usar sus destellos para crear una hermosa diadema que haría relucir aún más la belleza natural de la Luna.

El zorro corrió hacia el bosque para recolectar flores silvestres para decorarla y así, juntos, crearon el regalo perfecto para la Luna. Cuando se lo entregaron, la Luna no podía estar más feliz. Se puso la diadema y comenzó a brillar más que nunca. - ¡Gracias! -dijo emocionada-.

Nunca había recibido un regalo tan hermoso y hecho con tanto amor. A partir de ese día, el diamante ya no se sentía solo.

Tenía dos nuevos amigos y juntos habían iluminado aún más el mundo con su amistad y generosidad. Y así es como aprendieron que siempre hay una manera de hacer brillar a los demás y que la verdadera belleza está en compartir con los demás lo mejor de nosotros mismos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!