La Luna de Aran
Aran era un niño curioso y soñador que pasaba horas mirando al cielo estrellado desde su ventana. Un día, mientras su mamá Meri y su papá Marc preparaban la cena, Aran, con una gran sonrisa en su rostro, les dijo:
"¡Quiero ir a la Luna!"
Meri, sorprendida, le respondió:
"¿A la Luna? Pero eso es un viaje muy largo, Aran. ¿Cómo piensas ir allí?"
Aran reflexionó un momento y, con su mente creativa, se le ocurrió una idea.
"Voy a inventar un transporte para llegar a la Luna. ¡Sí!"
Marc, con un guiño, le dijo:
"Eso suena muy intrigante, hijo. ¡Vamos a ayudarte!"
Así que Aran se puso a trabajar en su primer invento: un cohete hecho de cajas de cartón, globos de colores y cintas adhesivas. Meri y Marc se unieron a él, ayudándole a construir su artefacto espacial.
"¡Mirá!" exclamó Aran, señalando su cohete terminado.
"¡Es precioso!" dijo Meri.
"Pero necesitamos un motor que lo impulse. ¿Cómo lo hacemos?" preguntó Marc.
Aran se rascó la cabeza y pensó.
"Podemos usar el aire de los globos para que se eleve. ¡Vamos a probarlo!"
Los tres se acomodaron dentro del cohete y, con un toque de magia de la imaginación de Aran, el cohete comenzó a elevarse, ¡o al menos eso creyeron! Mientras reían y brincaban, se dieron cuenta que a penas se movían.
"Creo que aún no estamos lo suficientemente altos para llegar a la Luna," dijo Meri.
No desanimados, decidieron redoblar esfuerzos. Esa noche, mientras se preparaban para dormir, Aran dijo:
"Necesitamos más potencia. ¿Qué tal si hacemos un transporte volador de verdad?"
Sus padres miraron su entusiasmo y acordaron que debían hacerlo.
Al día siguiente, empezaron a buscar materiales. Encontraron palos de madera, sillas viejas y hasta un viejo ventilador en el garaje.
"Podemos hacer un ala gigante y colocar este ventilador, así podremos volar de verdad" propuso Aran.
Con gran esfuerzo, lograron construir un gran planeador.
"¡Vamos a probarlo en el parque!" gritó Aran emocionado.
Llegaron al parque, subieron al planeador, y Aran se sentó con sus padres.
"¡Esto va a funcionar!" dijo Marc mientras prendía el ventilador.
Al principio, solo se deslizaron unos metros. Pero cuando Aran gritó
"¡Acelerá!" el ventilador se encendió más fuerte. El planeador pasó por encima de un árbol y luego, por un instante, Aran sintió que volaban.
"¡Estamos en el cielo!" exclamó. Pero de repente, el planeador empezó a tambalearse.
"¡Aferrate!" gritó Meri.
Con gran ingenio, Aran usó su propio peso para mantener el equilibrio. Lograron aterrizar con suavidad, aunque un poco desordenados.
"El planeador es divertido, pero aún no hemos llegado a la Luna. Necesitamos algo más grande" insistió Aran.
De vuelta en casa, Aran tuvo una idea brillante.
"¿Qué tal un tren espacial?"
Meri y Marc rieron, pero les encantó la idea. Con cajas de juguetes, maderas y tubos de cartón, comenzaron a construir un tren que pudiera transportar a los tres.
"¡Listo! Ahora, solo necesitamos un riel que vaya hacia la Luna" dijo Aran.
"Bueno, lo más cercano que tenemos son las vías del ferrocarril de la ciudad. ¡Vamos a dorarles color! ” dijo Meri.
Así que hicieron una excursión al ferrocarril, decoraron las vías con pintura brillante y, con gran emoción, se subieron al tren espacial.
Aran miró hacia adelante y gritó
"¡Avancemos!"
El tren comenzó a moverse lentamente.
De repente, empezaron a escuchar un zumbido fuerte detrás De ellos — ¡era la locomotora del tren real!"¡Huyamos!" decía Marc mientras el tren se llenaba de risas y un poco de miedo. Fue una carrera épica, pero el tren espacial nunca alcanzó al verdadero tren. Al final, se detuvieron, llenos de risa.
Un poco decepcionado pero lleno de ideas, Aran se detuvo a observar la Luna en el cielo.
"Creo que lo mejor será que construyamos un cohete de verdad.
Para ello, necesitamos ayuda. ¡Vamos a la biblioteca a investigar!"
Así hicieron. En la biblioteca, encontraron libros con historias sobre los viajes espaciales. Aprendieron sobre cohetes, astronautas y cómo se viaja al espacio. Aran estaba deslumbrado por la información y anotó todo en su cuaderno.
"¡Ahora tengo un plan!" exclamó, y Sus ojos brillaban de emoción.
Días después, con la ayuda de sus padres y de un grupo de niños del vecindario, Aran trabajó en un nuevo proyecto: un verdadero cohete. Usaron materiales reciclables, mucha creatividad y, sobre todo, trabajaron en equipo.
Finalmente, en un gran evento, presentaron su cohete en un parque local.
"Aran, ¡has hecho un gran trabajo!" afirmó Marc.
"No podría haberlo hecho sin ustedes, ¡y sin todos nuestros amigos!" respondió Aran con una gran sonrisa.
Como cierre, Aran miró hacia el cielo una vez más, y dijo:
"Quizás la Luna esté más cerca de lo que pensamos, solo necesita un poco de creatividad y trabajo en equipo."
Meri y Marc se abrazaron, orgullosos de la imaginación y proactividad de su hijo.
Y así, aunque no llegaron a la Luna, descubrieron que el verdadero viaje es el que hacemos juntos, creando recuerdos inolvidables.
FIN.