La Luna, la Estrella y el Nuevo Brillo
Érase una vez una hermosa pareja que siempre se representaba con la Luna y una Estrella. La Luna, grande y resplandeciente, era la madre, y la Estrella, pequeña y brillante, era el padre. Se adoraban y siempre miraban el cielo juntos, soñando con aventuras y desde luego, con formar una familia.
Una noche, mientras disfrutaban de la tranquilidad del universo, la Luna miró hacia su pareja y dijo:
"Querida Estrella, ¿qué pasaría si un día tuviéramos un pequeño brillo que nos acompañara?"
"Sería perfecto, Luna. Imagínate una Estrellita que ilumine nuestras noches aún más."
Días pasaron, y la pareja seguía soñando con su hijo. Una noche, mientras contemplaban el cielo, un destello especial llamó su atención. Una estrella más pequeña brillaba intensamente entre las estrellas del firmamento.
"¿Ves eso, Estrella? ¡Es una Estrellita!"
"¡Es cierto, Luna! Pareciera que está anunciando algo."
De repente, la pequeña Estrellita comenzó a girar alrededor de ellos, llenando el cielo con un brillo radiante. La Luna y la Estrella se miraron, llenos de emoción.
"¡Esto debe significar que nuestro sueño se está haciendo realidad!"
"¡Sí, pronto seremos papás!"
La pequeña Estrellita se acercó y, con voz suave, dijo:
"Hola, Luna y Estrella. Soy su pequeña Estrellita, y he venido a traer alegría a sus vidas."
Al escucharlo, la pareja se llenó de felicidad y asombro. Nunca habían pensado que su deseo de ser padres se manifestaría de una manera tan mágica. Sin embargo, el destino les tenía preparado un giro inesperado. La Estrellita, aunque brillante, era un poco traviesa. Comenzó a jugar en el cielo.
Un día, mientras la Luna y la Estrella contemplaban el horizonte, la Estrellita, en su entusiasmo, comenzó a saltar de estrella en estrella, causando un despliegue de luz por todo el cielo.
"¡Mírala, Estrella! ¡Es tan juguetona!"
"Sí, pero debemos enseñarle a ser responsable con su luz y su energía. No puede saltar sin cuidado."
Y así, la pareja decidió enseñarle a su pequeña lo que significaba ser una estrella en la inmensidad del universo. Entonces, al caer la noche, la Luna dijo:
"Estrellita, hay algo importante que queremos compartirte."
"¿Qué es?" preguntó la pequeña con gran curiosidad.
"Tu luz es especial. Siempre que brilles, recuerda que debes cuidar de no deslumbrar a los demás."
"¡Sí! Yo quiero ser una gran estrella."
Entonces, la Luna y la Estrella comenzaron a contarle sobre la importancia de la amistad, de esperar su turno para brillar, de compartir su luz con otros y, por sobre todo, de ayudarse mutuamente. La Estrellita escuchaba atentamente y, aunque le costaba un poco, prometió siempre tener en cuenta lo que sus padres le enseñaban.
Así pasaron los días, la Estrellita adquirió el arte de brillar sin deslumbrar, ayudando a otras estrellas a encontrar su propia luz. Pero un día, decidió hacer su travesura mayor; intentó volar más alto que nunca. La Estrella al verla, se alarmó.
"¡No, Estrellita! No vayas tan lejos. El camino alto puede ser peligroso."
"¡Pero quiero ser la estrella más brillante!"
Desafiante, la Estrellita siguió adelante. Sin embargo, bellezas desconocidas comenzaron a atraerla: nebulosas de colores, galaxias distantes. Se deslumbraba tanto que perdió de vista a sus padres.
"¡Estrellita! ¡Regresa, estamos aquí para cuidarte!" gritó la Luna con desesperación.
Fue en ese momento que comprendió que ser la estrella más brillante no solo significaba resplandecer, sino también ser parte de un todo: su familia, sus amigos, y el universo.
Aterrorizada, la pequeña estrella comprendió que había dejado de seguir las enseñanzas de sus padres. Con esfuerzo, regresó volando, encontrando a la Luna y la Estrella ansiosos por abrazarla.
"Lo siento, lo siento. No debí irme tan alto."
"Está bien, pequeña Estrella. Lo importante es que volviste. Pero siempre recuerda que no necesitas ser la única estrella brillante."
Desde aquel día, la pequeña Estrellita iluminó el cielo con su dulzura, cuidando de nunca opacar a los que la rodeaban. La familia se reunía cada noche, disfrutando de su luz y compartiendo historias bajo el cielo estrellado.
Y así, la Luna, la Estrella y su pequeño brillo entendieron que la verdadera felicidad viene de acompañarse, de ser parte de una constelación y nunca olvidar sus raíces. La enseñanza fue clara: el amor y la unión siempre iluminarán los caminos oscuros.
Fin.
FIN.