La Luna, la Tierra y el Viaje a las Estrellas



En un pequeño pueblo llamado Estrellita, donde las noches eran más brillantes que el día, vivía una niña llamada Lila. Siempre miraba la luna desde su ventana y soñaba con conocerla.

Una noche, mientras observaba la luna llena, Lila escuchó una vocecita suave que decía:

"Hola, Lila".

Sorprendida, Lila miró a su alrededor y vio a un pequeño hombrecillo de brillos plateados.

"Soy Lunito, el guardián de la Luna. He venido a invitarte a dar un paseo a la Luna. ¿Quieres venir?" - preguntó él con una sonrisa.

"¡Claro que sí!" - respondió Lila, sus ojos brillando de emoción.

Lunito extendió su mano y, en un abrir y cerrar de ojos, Lila se encontró flotando entre las estrellas. El aire era fresco y olía a flores de acero.

"La Luna es muy especial, pero también tiene una tarea muy importante," - dijo Lunito mientras volaban. "Debemos ayudar a que la Tierra brille con su luz. Así, los habitantes la quieren y la cuidan."

Al llegar a la luna, Lila se dio cuenta de que su superficie estaba llena de polvo plateado y grandes cráteres. Juntos empezaron a saltar de cráter en cráter.

"Lunito, ¿por qué no hay plantas ni animales aquí?" - preguntó Lila, mirando a su alrededor.

"La Luna es diferente, no tiene agua como la Tierra, pero es muy emotiva. Cada noche escucha los sueños de las personas y trata de ayudarles desde lejos" - explicó Lunito.

Mientras saltaban, se encontraron con un grupo de estrellas fugaces que parecían muy tristes. Al acercarse, Lila preguntó:

"¿Por qué están tan tristes?"

Una estrella de cola larga respondió:

"Estamos tristes porque no podemos brillar tan fuerte como quisiéramos. No encontramos la forma de compartir nuestra luz con los que están en la Tierra."

Lila pensó por un momento, luego iluminó su cara con una idea:

"¡Podemos crear una danza de luz! Si cada uno de ustedes brilla al ritmo de una canción, tal vez los habitantes de la Tierra puedan ver su luz y sonreír."

Las estrellas fugaces comenzaron a brillar, mientras Lila y Lunito organizaban una danza alegre.

"Una, dos, tres, ¡a brillar!" - contaba Lunito mientras todos saltaba al unísono.

La luna empezó a iluminarse con un brillo nuevo, y las estrellas empezaron a bailar en el cielo. Cuando la danza terminó, Lila sintió una gran alegría en su corazón.

"¡Lo logramos!" - exclamó Lila.

Las estrellas comenzaron a partir hacia la Tierra con un resplandor radiante, y mientras se alejaban, Lila oyó a las estrellas murmurar:

"¡Gracias, Lila! Ahora los humanos podrán vernos y sabrán que siempre estamos aquí cuidando de ellos desde el cielo."

Después de tanta diversión, Lunito le dijo a Lila que era hora de regresar a casa.

"Lila, cada vez que mires la luna, recuerda que ahora tienes un pedacito de su luz dentro de ti y que siempre tendrás a las estrellas cuidando de vos" - pronunció Lunito con una sonrisa.

Lila cerró los ojos y, de nuevo, se encontró en su habitación, llena de gratitud y alegría. Desde esa noche, miró a la luna con una nueva perspectiva. Sabía que cada luz brillantes en el cielo tenía una historia y un deseo por ser vista.

Así, Lila compartió su experiencia con todos en el pueblo, recordándoles la importancia de cuidar su hogar y soñar siempre en grande.

"La luna nos enseña que a pesar de las diferencias, todos tenemos la capacidad de brillar" - les decía a sus amigos.

Y en cada noche estrellada, Lila no sólo veía la luz de la luna, sino también un universo lleno de posibilidades.

- Fin.

FIN.

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