La Luna Mágica de Noah



En un pequeño pueblo llamado Villa Mágica vivía un niño llamado Noah. Desde que era muy pequeño, Noah había quedado fascinado por la luna. Le encantaba observarla en las noches estrelladas, y siempre le parecía curioso ver cómo cambiaba de forma. Una noche, mientras miraba la luna llena desde su ventana, notó algo extraño: la luna tenía un corte en forma de media luna.

-No entiendo, ¿quién cortó la luna? - se preguntaba Noah con curiosidad. Decidió que, al día siguiente, saldría a investigar para descubrir quién era el responsable de cortar la luna.

Al día siguiente, Noah comenzó su investigación. Preguntó a todas las personas del pueblo si habían visto algo extraño en la noche, pero nadie sabía nada sobre el misterioso corte en la luna. Animado por su curiosidad, Noah recorrió calles y plazas en busca de pistas, pero no lograba encontrar respuestas. Hasta que finalmente, su hermana mayor, Lucía, notó su preocupación y se acercó a él.

-Noah, ¿qué te preocupa tanto? - preguntó Lucía con cariño. Noah le contó sobre su descubrimiento y su búsqueda para descubrir al responsable del corte en la luna. Lucía sonrió y lo miró con ternura.

-

-Noah, la luna no fue cortada por ningún ser mágico o persona en la Tierra. Lo que viste es solo una fase de la luna. La luna no siempre se ve completa, a veces toma la forma de un círculo completo, pero en otras ocasiones parece una media luna o incluso desaparece por completo. Es algo natural, como un ciclo que se repite una y otra vez. La luna no está siendo cortada, solo está cambiando de forma.

Noah escuchó con atención las palabras de su hermana. Poco a poco, su rostro de preocupación se convirtió en sorpresa y asombro. Finalmente entendió que no había ninguna magia oscura cortando la luna, sino un fenómeno natural que ocurría en el cielo.

A partir de ese momento, Noah continuó observando la luna con asombro, pero esta vez con un entendimiento más profundo. Comprendió que la luna no era solo una luz brillante en el cielo, sino un mundo misterioso que experimentaba cambios asombrosos. Y a medida que el tiempo pasaba, Noah compartió su nuevo conocimiento con otros niños del pueblo, creando una nueva pasión por la observación de las fases lunares.

Y así, Noah descubrió que la luna no era solo un misterio, sino también una fuente interminable de aprendizaje y maravilla. Desde entonces, cada vez que miraba al cielo, recordaba las palabras de su hermana y sonreía, sabiendo que la luna siempre le depararía nuevas sorpresas y descubrimientos.

FIN.

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