La Luna Nueva y la Bruja Clara



En un pequeño pueblo rodeado de espesos bosques, vivía la temida bruja Clara. Cada luna nueva de octubre, los rumores decían que los niños del pueblo desaparecían misteriosamente. A pesar de lo que todos creían, Clara no era una bruja malvada, sino una mujer que, por un error del pasado, había sido incomprendida por los habitantes del lugar.

Una noche de octubre, con la luna nueva asomando en el cielo, Santiago y su hermana Valentina decidieron que era hora de descubrir la verdad sobre la bruja. "No podemos quedarnos con la historia que nos cuentan, Santiago. ¡Debemos ir a su cabaña!" -dijo Valentina con valentía.

"Pero Valen, y si es peligrosa..." -respondió Santiago con un leve temblor en la voz.

"Si no vamos, nunca lo sabremos. Además, somos niños valientes, ¿no?" -niusó Valentina, dándole un empujoncito.

Con sus corazones latiendo con fuerza, los dos hermanos se adentraron en el bosque. Después de seguir un sendero cubierto de hojas doradas, llegaron a la pequeña cabaña de Clara. La puerta estaba entreabierta, así que decidieron entrar.

Al entrar, quedaron sorprendidos por lo que encontraron. En vez de gatos negros y pociones burbujeantes, la bruja estaba sentada en una mesa, rodeada de niños. Estaban todos riendo y jugando, y el lugar rebosaba alegría. Clara, al verlos, les sonrió calidamente. "Hola, pequeños. ¿Quieren unirse a nuestro festejo?" -preguntó con voz suave.

Santiago y Valentina, confundidos pero intrigados, se acercaron. "¿Por qué se dice que te robas a los niños?" -se armó de valor Santiago. Clara suspiró y dijo: "No los robo, querido. Cada luna nueva de octubre, los niños del pueblo vienen aquí para celebrar y aprender cosas que no pueden aprender en la escuela. Aquí les enseño sobre magia, naturaleza y amistad."

Los niños se acercaron y le hicieron muchas preguntas a Clara. "¿Pero, entonces, por qué no les dices a nuestros padres?" -preguntó Valentina.

"Porque muchos de ellos tienen miedo de lo que no conocen. Y yo solo quiero proteger a los niños y ofrecerles un espacio seguro. La magia no es solo hechizos y brebajes. Es también amor, creatividad y aprender a vivir en armonía con la naturaleza."

La luna nueva brillaba en el cielo, y Clara les enseñó a los niños a hacer pequeños hechizos con hierbas y flores. "La magia está en la naturaleza y en nosotros. Aquí no hay lugar para el miedo ni para el odio. La única magia que debemos temer es la apatía y la falta de curiosidad" -dijo Clara, mientras los niños discutían y reían en torno a ella.

Cuando los niños regresaron a su pueblo, no podían esperar a contarles a sus padres la verdad sobre Clara. Sin embargo, sabían que tendrían que hacer un gran esfuerzo para cambiar la historia que había crecido con el tiempo.

"Quizás podríamos invitar a Clara a la feria del pueblo y mostrarles a todos quién es realmente" -sugirió Santiago.

"¡Sí! Haremos un gran espectáculo y todos verán que la magia puede ser buena y divertida" -añadió Valentina.

Con el tiempo, los hermanos organizaron la feria y, sorprendentemente, Clara aceptó la invitación. El día que llegó, todos en el pueblo quedaron igualmente maravillados al ver la alegría que transmitía. Los niños le mostraron a sus padres lo que habían aprendido de ella, y pronto todos se unieron en juegos y risas, aprendiendo que detrás de cada historia de temor, puede esconderse una oportunidad de amor y amistad.

Desde aquel día, la noticia sobre la bruja Clara se transformó. Ya no era solo la bruja del miedo, sino la amiga de los niños, la sabia del bosque y la más querida de todos.

Y así, cada luna nueva de octubre, los niños celebraban su propia fiesta con Clara, recordándoles que la verdadera magia se encuentra en la diversión, en la curiosidad y en la valentía de romper los mitos. Porque, a veces, lo que más tememos puede ser, simplemente, una oportunidad para aprender algo maravilloso.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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