La luna remolona



Era una noche serena en el pequeño pueblo de Estrellitas, donde todos los habitantes esperaban ansiosos la llegada de la luna llena. Cada vez que la luna asomaba su cara brillante, los niños salían corriendo a jugar y a contar historias bajo su luz mágica. Pero esta vez, algo extraño sucedió: la luna se estaba haciendo la remolona y no aparecía.

"¡Mirá, la luna no viene!" – dijo Sofía, una niña con una sonrisa enorme y un corazón lleno de aventuras.

"Sí, ¿dónde se habrá metido?" – respondió su amigo Tomás, mientras miraba al cielo con curiosidad.

Decididos a encontrar a la luna, Sofía y Tomás se pusieron en marcha. Con sus bicicletas, pedaleaban por las calles del pueblo, buscando pistas sobre el paradero de la luna.

"Quizás se quedó atrapada en un árbol alto" – aventuró Tomás, señalando un gran eucalipto.

"¡Vamos a mirar!" – exclamó Sofía, emocionada. Pero al inspeccionar el árbol, sólo encontraron un par de luciérnagas que danzaban en la oscuridad.

A medida que avanzaban, decidieron preguntar a las estrellas. Las estrellas, siempre brillantes y amigas, les sonrieron y dijeron:

"La luna está un poco tímida esta noche. Ha estado escuchando nuestras historias y no quiere interrumpir. ¡Necesita un poco de ánimo!"

Sofía y Tomás miraron las estrellas, intrigados.

"¿Cómo la podemos ayudar?" – preguntó Sofía esperanzada.

"Cuenten una historia hermosa, algo que le haga reír, y será suficiente para que la luna se sienta cómoda de salir" – sugirió una estrella titilante.

Sin pensarlo dos veces, Sofía empezó a contar la historia de un pequeño elefante llamado Eli, que soñaba con volar como los pájaros. Cada noche, Eli miraba al cielo y deseaba tener alas.;

"Y un día decidió que no iba a dejar que su tamaño lo detuviera. Se hizo una enorme cometa, la ató a su espalda y con mucho esfuerzo comenzó a correr..." – relataba Sofía con gestos.

Tomás, entusiasmado, continuó:

"...El viento lo levantó un poquito, y Eli sintió una alegría tan grande que comenzó a reír. Y cuando rió, ¡voló tan alto como nunca había imaginado!"

Las estrellas se unieron a la narración, añadiendo sus propias ideas y convirtiendo la historia en algo mágico. Con cada palabra, la luna comenzó a asomarse poco a poco entre las nubes.

Finalmente, cuando terminaron la historia, la luna brilló con más intensidad que nunca.

"¡Gracias, amigos!" – dijo la luna con una voz suave y melodiosa.

Sorprendidos, Sofía y Tomás la miraron con asombro.

"¿Tú hablás?" – preguntó Tomás, boquiabierto.

"Sí, sí. A veces me siento tímida y me gusta escuchar historias. Me inspiran a brillar más fuerte."

Sofía entonces le preguntó:

"¿Por qué te daba vergüenza salir hoy?"

"A veces, incluso yo necesito un empujón de confianza para salir y ser vista. Todos tenemos días así" – respondió la luna, iluminando el cielo con su luz plateada.

Desde ese día, Sofía y Tomás hicieron un pacto con la luna. Cada vez que haya luna llena, contarían una historia en su honor. Así, nunca más se sentiría remolona, y el pueblo de Estrellitas se llenó de relatos, risas y sueños por contar.

Y así concluyó su aventura, no sólo descubrieron a la luna, sino que aprender a ser valientes y compartir sus historias era la clave para que todos brillasen, incluidos ellos mismos.

Cada noche de luna llena se volvió una celebración en Estrellitas, y con cada cuento, la luna se sentía más y más en casa.

"¡Nunca me sentiré sola de nuevo!" – dijo la luna, justo antes de iluminar todo el pueblo con su sonrisa radiante.

Y así, Sofía, Tomás y la luna siguieron creando historias en el cielo, recordándoles a todos que ser valiente y compartir tus pensamientos puede hacer que el mundo brille un poco más.

FIN.

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