La luna y el árbol




Era una noche estrellada en el bosque, y la luna brillaba con fuerza en el cielo. La luna estaba triste porque se sentía sola en el firmamento. De repente, notó un árbol solitario en medio del bosque y decidió bajar a la tierra para hacerle compañía. Al acercarse al árbol, notó que también se sentía solo.

― Hola, árbol solitario. ¿Por qué estás tan triste? -preguntó la luna con ternura.

― Hola, luna. Estoy triste porque siento que no tengo a nadie con quien compartir mi vida. -respondió el árbol con voz apagada.

La luna se acercó al árbol y le contó historias sobre las luces del universo, las constelaciones y las maravillas que había visto desde el cielo. El árbol se maravillaba con cada relato, y poco a poco su tristeza se fue desvaneciendo.

― Luna, gracias por traerme tu luz y tus historias. Me siento mejor y no me siento solo -dijo el árbol con una sonrisa.

― Me alegra escuchar eso, árbol. Ahora sé que ningún ser vivo está solo en este mundo, siempre hay alguien con quien compartir la alegría y la luz. -respondió la luna con dulzura.

Desde esa noche, la luna y el árbol se convirtieron en grandes amigos. La luna visitaba al árbol cada noche, y juntos compartían sus pensamientos, risas y sueños. El bosque era testigo de la hermosa amistad que había surgido entre un ser celestial y un ser terrenal.

Y así, la luna y el árbol demostraron que la compañía y la amistad pueden surgir en los lugares más inesperados, trayendo consigo luz y felicidad a aquellos que se sienten solos.

FIN.

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