La Luna y el Guardián del Agua



Había una vez en un hermoso pueblo llamado Villa Agua, donde todos los habitantes vivían felices y en armonía con la naturaleza.

En este lugar tan especial, el agua era considerada como un ser vivo y mágico que les brindaba vida a todos los seres que habitaban en él. En Villa Agua, vivía una niña llamada Luna, quien desde pequeña mostraba un gran amor y respeto por el agua.

Todos los días, Luna se levantaba temprano para ir al río cercano a su casa y saludar al agua antes de comenzar sus actividades diarias. Un día, mientras jugaba cerca del río, Luna escuchó una voz suave que provenía del agua.

Era el Espíritu del Agua, quien le habló con ternura:"¡Hola Luna! Soy el Espíritu del Agua y he visto lo mucho que amas y respetas nuestro hogar. Quiero enseñarte algo muy importante: la importancia de cuidar y proteger el agua.

"Luna abrió sus ojos asombrada al escuchar hablar al agua y emocionada respondió:"¡Oh Espíritu del Agua! Estoy lista para aprender todo lo que tengas para enseñarme.

"El Espíritu del Agua le explicó a Luna que el agua era fundamental para la vida en la tierra, no solo porque las plantas y animales la necesitaban para sobrevivir, sino también porque ella misma estaba compuesta en un 70% de agua.

"Cuando cuidamos el agua, estamos cuidando de nosotros mismos y de todas las criaturas que habitan nuestro planeta", dijo el Espíritu del Agua con sabiduría. Luna asintió con entendimiento y se comprometió a difundir este mensaje entre todos los habitantes de Villa Agua.

Comenzó a organizar charlas educativas sobre la importancia de conservar el agua limpia y evitar su contaminación. Pero un día, mientras Luna dormía plácidamente en su cama, escuchó un estruendo proveniente del río. Se despertó sobresaltada y corrió hacia allí junto con los demás habitantes de Villa Agua.

Descubrieron horrorizados que alguien había vertido productos químicos tóxicos en el río, contaminándolo gravemente. La tristeza invadió los corazones de todos en Villa Agua ante esta terrible situación.

Pero Luna recordó las palabras del Espíritu del Agua e inspirada por su sabiduría decidió actuar. Con valentía lideró una campaña de limpieza del río junto a sus amigos y vecinos. Día tras día trabajaron arduamente hasta lograr devolverle al río toda su pureza perdida.

Finalmente, gracias al esfuerzo conjunto de todos los habitantes de Villa Agua, el río volvió a fluir cristalino como antes. El Espíritu del Agua se sintió feliz al ver cómo Luna había comprendido la importancia de cuidarlo y protegerlo.

Desde ese día en adelante, Luna continuó siendo una defensora activa del medio ambiente y compartiendo con todos la valiosa lección aprendida: debemos amar, respetar y cuidar siempre al agua; fuente inagotable de vida en nuestro maravilloso planeta Tierra.

FIN.

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