La luna y el sol



Michael era la luna, siempre brillando en el cielo nocturno con su piel blanca y ojos celestes. Pero a pesar de ser tan hermoso, Michael estaba celoso de su hermano menor Evan, el sol.

Evan tenía un cabello marrón radiante y unos ojos marrones cálidos que iluminaban todo lo que tocaba. Cada día, cuando Evan salía al cielo para iluminar el mundo, Michael se ponía triste porque nadie prestaba atención a él.

Así que decidió hacer algo al respecto. Un día, mientras los dos hermanos estaban en el cielo juntos, Michael dijo: "-Evan, ¿por qué eres más importante que yo? Yo también quiero brillar como tú. "Evan respondió: "-Hermanito, no tienes por qué sentirte así.

Ambos somos importantes y necesarios para la vida en la Tierra. "Pero Michael no estaba convencido y decidió buscar una manera de ser aún más especial. Así fue cómo se le ocurrió la idea de eclipsarse sobre Evan.

"Si me pongo delante tuyo," pensó Michael, "todos tendrán que mirarme a mí". Y así lo hizo.

En ese momento todos los habitantes del planeta Tierra miraron hacia arriba para ver el espectáculo celestial en el cual la luna cubría completamente al sol. Pero pronto se dieron cuenta de que algo estaba mal. El mundo oscureció demasiado y las plantas comenzaron a marchitarse sin suficiente luz solar.

Fue entonces cuando ambos hermanos entendieron lo importante que eran cada uno en su propio papel celestial. Michael se disculpó con Evan por haber intentado quitarle importancia y juntos trabajaron para encontrar una manera de ayudar al mundo. Finalmente, Michael aprendió que no necesitaba eclipsar a su hermano para ser especial.

Ambos eran importantes y necesarios en el cielo. Desde entonces, los dos hermanos brillaban juntos en el cielo, cada uno con su propio brillo único e importante.

La moraleja de la historia es que todos somos importantes y necesarios en el mundo, y que compararnos con los demás o tratar de quitarles importancia nunca nos llevará a nada bueno.

FIN.

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