La luz de Fuego
Había una vez en un reino lejano un pequeño dragón llamado Fuego, que vivía en lo alto de la montaña más alta.
Fuego era diferente a los demás dragones, ya que en lugar de escupir fuego, lanzaba destellos de luz con sus brillantes escamas plateadas. Un día, Fuego se enteró de que se acercaba un eclipse de sol en el mes de abril.
Estaba emocionado por presenciar ese fenómeno tan especial y decidió bajar de la montaña para verlo desde un lugar más cercano al pueblo. Al llegar al pueblo, Fuego notó que todos estaban preocupados por el eclipse. La gente creía que traería mala suerte y se escondían en sus casas con miedo.
Fuego decidió entonces hacer algo al respecto. Se acercó a los habitantes del pueblo y les dijo: "-No tengan miedo del eclipse, es un momento mágico donde podemos apreciar la belleza del universo. No trae mala suerte, sino todo lo contrario.
" Los habitantes del pueblo lo miraron sorprendidos, nunca habían conocido a un dragón tan amable y sabio como Fuego. El día del eclipse llegó y todos salieron a la plaza principal para observarlo.
En ese momento, Fuego elevó sus alas y comenzó a lanzar destellos de luz hacia el sol oscurecido por la luna. Los destellos iluminaron el cielo y crearon hermosos colores en medio de la oscuridad.
Los habitantes del pueblo quedaron maravillados ante semejante espectáculo y comprendieron que el eclipse no era algo malo, sino todo lo contrario: era una oportunidad única para conectar con la naturaleza y disfrutar de su grandeza.
Desde ese día, Fuego se convirtió en el guardián del eclipse en el pueblo y cada vez que se acercaba uno nuevo, él iluminaba el cielo con sus destellos para recordarles a todos que la magia está presente incluso en los momentos más oscuros.
Y así, gracias a la valentía y sabiduría de Fuego, el pueblo aprendió a no temerle al desconocido y a encontrar belleza incluso en las situaciones más inesperadas.
FIN.