La Luz de Januka
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Brilloville, donde todos vivían felices bajo la luz de las estrellas y el resplandor de las velas de Januka. Cada año, los aldeanos celebraban la festividad encendiendo una vela cada noche, simbolizando la luz que traía esperanza y alegría a sus vidas.
Una mañana, mientras se preparaban para la fiesta, una niña llamada Lila se dio cuenta de que algo raro sucedía en el bosque que rodeaba Brilloville. "¿Por qué el bosque se ve tan oscuro?"- se preguntó, mirando con preocupación.
Decidida a averiguarlo, Lila reunió a sus mejores amigos: Tomás, un niño valiente y curioso, y Sofía, una chica siempre dispuesta a ayudar. "¡Vamos a investigar!"- exclamó Lila. Los tres amigos decidieron adentrarse en el bosque para descubrir qué generaba esa sombra inquietante.
A medida que caminaban, se encontraron con seres misteriosos que nunca habían visto antes. Eran criaturas tristes y descoloridas, que habitaban en la oscuridad del bosque. "¿Quiénes son ustedes?"- preguntó Tomás.
"Nosotros somos los Habitantes de la Oscuridad. Vivimos aquí porque no conocemos la luz y estamos tristes y enojados,"- respondió uno de ellos, con una voz apagada.
Lila miró a sus amigos y decidió que debía hacer algo. "¡No podemos dejar que se queden así!"- dijo. "¿Cómo podríamos ayudarles?"- preguntó Sofía.
"¡Vamos a llevarles la luz de Januka!"- propuso Lila entusiasmada.
Entonces, sacaron de sus mochilas las velas que habían traído para la celebración. Lila fue la primera en encender una. "Miren, ¡es hermosa!"- exclamó.
"¿Qué es eso?"- preguntó un habitante, acercándose con curiosidad.
"Es la luz de Januka. Nos da esperanza y nos recuerda que siempre hay algo bueno, incluso en los momentos difíciles,"- explicó Tomás.
Los Habitantes de la Oscuridad, intrigados, se acercaron más.
"¿Puede la luz ayudarnos a sentir mejor?"- preguntó la más pequeña de ellos.
"¡Claro que sí!"- respondió Sofía. "¡Vengan, cerquita!"-
Los amigos compartieron la luz con los Habitantes de la Oscuridad. Cada vela encendida llenaba el aire con energía, al principio tenue, pero a medida que se unían, la luz se volvió cada vez más intensa.
"¡Miren, ya no está tan oscuro!"- gritó Lila con alegría.
"¡Es maravilloso!"- exclamaron los Habitantes, empezando a sonreír.
Pero de repente, un fuerte viento oscureció el cielo, y una tormenta de nubes se formó amenazando su brindis de luz. "No dejen que la tormenta apague nuestras velas!"- gritó Tomás.
Lila y Sofía, con determinación, comenzaron a cantar una canción alegre que traía más luz y energía.
Los Habitantes, unidos, comenzaron a danzar alrededor de las velas, formando un círculo luminoso. El viento empujó las nubes una vez más y, al final, la luz de Januka brilló con más fuerza que nunca.
"¡Lo logramos!"- gritaron todos juntos.
"La luz siempre vence la oscuridad!"- exclamó Lila con el corazón lleno de alegría.
Desde aquel día, los Habitantes de la Oscuridad aprendieron a encender su propia luz y a compartirla con los demás. Lila, Tomás y Sofía regresaron a Brilloville, donde contaron su historia mientras encendían las velas de Januka junto a sus amigos.
A partir de entonces, cada año celebraban juntos, recordando que la verdadera luz puede ser compartida y multiplicada, y que, aunque hay lugares oscuros en el mundo, siempre habrá alguien dispuesto a llevar la luz allí donde se necesite.
Y así, Brilloville brillaba más que nunca.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.