La luz de la amistad



Había una vez un niño llamado Amir, que vivía en un país lejano donde las guerras y los conflictos eran parte de su día a día.

Un día, Amir y su madre tuvieron que huir de su hogar debido a la violencia que azotaba su tierra. Tristemente, no pudieron llevarse a su padre con ellos, ya que estaba luchando en el frente de batalla.

Amir y su madre emprendieron un largo viaje hacia un país desconocido en busca de seguridad y paz. Al llegar a su destino, se encontraron con una nueva realidad: una nueva escuela, un nuevo idioma y la ausencia constante del padre de Amir.

Amir se sentía confundido y triste por la ausencia de su padre, pero sabía que tenía que ser valiente por él y por su madre. En la escuela, no entendía lo que decían los demás niños y se sentía solo entre tanta gente desconocida.

Sin embargo, poco a poco fue haciendo amigos gracias a su sonrisa cálida y amable. Un día, durante el recreo, Amir conoció a Martina, una niña curiosa que se acercó a él para preguntarle de dónde venía.

Amir le contó sobre su historia como refugiado por guerra y cómo extrañaba a su padre. Martina escuchaba atentamente y sintió empatía por la situación de Amir. "No te preocupes, Amir. Aquí estamos para ayudarte en lo que necesites", dijo Martina con dulzura.

Amir sonrió tímidamente ante las palabras reconfortantes de Martina. A partir de ese momento, se volvieron inseparables en el colegio. Martina lo ayudaba con el idioma español mientras él le enseñaba algunas palabras en árabe.

Un día, durante una actividad escolar sobre culturas del mundo, Amir tuvo la oportunidad de compartir sus experiencias como refugiado. Los niños escuchaban asombrados e interesados en cada palabra que salía de la boca de Amir.

Al finalizar su relato, recibió aplausos y muestras de apoyo por parte de sus compañeros. "¡Eres muy valiente, Amir! Estamos aquí para acompañarte siempre", expresó Martina con orgullo.

Con el tiempo, Amir se adaptó mejor a su nueva vida gracias al apoyo incondicional de Martina y sus nuevos amigos en la escuela. Aunque aún extrañaba a su padre cada día, sabía que estaba construyendo nuevas memorias llenas de amor y amistad en este nuevo país al cual ahora llamaba hogar.

Y así fue como Amir aprendió que incluso en medio de las adversidades más difíciles, siempre hay luz y esperanza si uno tiene el coraje suficiente para seguir adelante junto a aquellos que le brindan amor incondicional.

FIN.

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