La luz de la esperanza


Había una vez en el cielo, un lugar mágico donde vivían los Dioses. Allí, cada uno tenía su tarea para cuidar y proteger al mundo y a sus habitantes.

Había un Dios del sol que se encargaba de iluminar los días, una Diosa de la lluvia que regaba los campos, un Dios del viento que soplaba suavemente y un Dios de la naturaleza que cuidaba de las plantas y los animales.

Un día, los Dioses se dieron cuenta de que en la Tierra había mucha tristeza y oscuridad. La gente ya no sonreía como antes y parecía haber olvidado lo hermoso que era el mundo.

Los Dioses se reunieron para encontrar una solución y fue entonces cuando surgió la idea más brillante: enviar a un pequeño rayo de luz a la Tierra en forma de estrella fugaz.

Así fue como nació Estrellita, una diminuta estrella con el poder de traer alegría y esperanza a todos los corazones. Los Dioses le explicaron su misión y le dieron palabras sabias para compartir con aquellos que encontrara en su camino.

Estrellita descendió lentamente desde el cielo hasta llegar a un pequeño pueblo donde vivía Tomás, un niño muy curioso y valiente. Al verla brillar en medio de la noche, Tomás corrió hacia ella emocionado. "¡Hola Estrellita! ¿Qué haces aquí tan solita?" -preguntó Tomás con asombro.

La estrella le contó sobre su misión y cómo quería ayudar a traer felicidad a todos en el mundo. Tomás sonrió emocionado por tener una amiga tan especial y decidió acompañarla en su viaje.

Juntos recorrieron calles iluminando rincones oscuros, compartiendo risas con quienes se cruzaban en su camino e inspirando a otros a ver lo maravilloso que era el mundo si se miraba con amor. Poco a poco, gracias al brillo de Estrellita y al espíritu bondadoso de Tomás, el pueblo comenzó a transformarse.

La tristeza se desvaneció dando paso a la alegría, la solidaridad floreció entre sus habitantes y pronto todo volvió a brillar como nunca antes.

Los Dioses observaban orgullosos desde el cielo cómo Estrellita junto a Tomás habían logrado cambiar tantas vidas con amor y generosidad. Y así entendieron que no importa cuán pequeños o jóvenes podamos ser, siempre tenemos dentro nuestro el poder de hacer del mundo un lugar mejor para todos.

Dirección del Cuentito copiada!