La luz de Lola
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde vivía una niña llamada Lola. Ella era valiente y curiosa, siempre lista para descubrir aventuras en cada rincón del lugar.
Sin embargo, una noche tenebrosa algo perturbador sucedió en Villa Esperanza. Era de esas noches oscuras en las que la luna apenas se asomaba entre las nubes negras y el viento soplaba con fuerza.
Todos los habitantes del pueblo se encontraban en sus casas, temerosos de lo que pudiera acechar en la oscuridad de la noche. Lola estaba recostada en su cama cuando escuchó un ruido extraño proveniente del jardín.
Intrigada, decidió asomarse por la ventana y lo que vio la dejó helada: una sombra terrorífica se movía sigilosamente entre los árboles. Tenía forma de humano pero parecía estar compuesta por pura oscuridad. -¡Qué miedo! -susurró Lola para sí misma, sintiendo cómo el corazón le latía con fuerza.
Decidida a enfrentar su miedo, Lola tomó una linterna y salió al jardín sin hacer ruido. La sombra se deslizaba de un lado a otro, emitiendo gruñidos escalofriantes que hacían estremecer a todos los animales del lugar.
Lola avanzó lentamente hacia la sombra, iluminándola con su linterna. Para su sorpresa, lo que parecía ser un ser terrorífico resultó ser simplemente un gato negro asustado que se había colado en el jardín. -¡Oh! ¡Eres solo un gatito asustado! -exclamó Lola aliviada mientras acariciaba al felino.
El gato maulló débilmente y se acurrucó junto a ella, buscando consuelo en medio de la noche oscura.
Lola comprendió entonces que muchas veces nuestros miedos pueden magnificarse hasta convertirse en sombras imponentes, pero al enfrentarlos podemos descubrir que no son tan aterradores como pensábamos. Con el gato entre sus brazos, Lola regresó a casa y lo cuidó durante toda la noche.
Al amanecer, el sol disipó las sombras de la noche anterior y Villa Esperanza volvió a brillar con luz propia. A partir de esa experiencia, Lola aprendió que no hay nada más poderoso que enfrentar nuestros miedos con valentía y comprensión.
Y así siguió explorando el mundo con ojos curiosos y corazón intrépido, sabiendo que ninguna sombra podría apagar su luz interior nunca más.
FIN.