La luz de los espíritus
Había una vez un hermoso bosque en lo profundo de la Patagonia argentina. En ese bosque se encontraba un viejo hospital abandonado que parecía sacado de una película de terror.
Sin embargo, detrás de sus oscuros pasillos y ventanas rotas, había algo mágico y especial. Un grupo de amigos llamados Martín, Sofía y Julián eran aventureros y siempre buscaban emociones nuevas. Un día, escucharon los rumores sobre el hospital abandonado y decidieron investigar por sí mismos.
Con linternas en mano, ingresaron al espeluznante edificio. A medida que exploraban las habitaciones vacías, sentían una extraña presencia a su alrededor. De repente, apareció un fantasma frente a ellos. - ¡Eeek! -gritaron asustados los amigos.
Pero para su sorpresa, el fantasma no era malvado ni quería hacerles daño. Era el espíritu del doctor Miguel Ángel que solía trabajar en ese hospital. - ¿Quiénes son ustedes? -preguntó el doctor Miguel Ángel con voz suave pero triste.
Martín respondió: "Somos aventureros curiosos que vinimos a explorar este lugar". El doctor les contó que él y otros pacientes habían quedado atrapados allí cuando el hospital fue cerrado hace muchos años. Desde entonces, sus espíritus permanecieron allí esperando ser liberados.
Los niños sintieron compasión por los espíritus atrapados y decidieron ayudarlos a encontrar la paz. Juntos idearon un plan para contactar con los familiares vivos de cada paciente fallecido.
Cada noche, los niños se reunían en el hospital abandonado y se comunicaban con los espíritus a través de cartas. Luego, salían a buscar a los familiares para entregarles las cartas y contarles la historia del hospital.
Los días pasaron y, poco a poco, los espíritus encontraron su paz al ser recordados por sus seres queridos. Cada vez que un espíritu encontraba la paz, una luz brillante aparecía sobre el hospital abandonado.
Un día, cuando solo quedaba un espíritu por encontrar su paz, los niños conocieron a Laura, una niña cuya abuela había estado internada en ese hospital antes de morir. - ¿Puedo ayudarlos? -preguntó Laura emocionada por poder hacer algo especial por su abuela. Los niños aceptaron encantados la ayuda de Laura.
Juntos escribieron una carta especial para el último espíritu atrapado y salieron en busca de sus familiares. Cuando finalmente entregaron la carta a la hija del último paciente fallecido, todos sintieron una gran alegría y emoción.
La luz más brillante que jamás habían visto surgió desde lo alto del hospital abandonado y se elevó hacia el cielo estrellado. En ese momento mágico, todos supieron que habían logrado su misión: liberar a los espíritus atrapados y darles paz eterna.
El viejo hospital ya no estaba lleno de tristeza y oscuridad; ahora era un lugar lleno de amor y gratitud. Martín, Sofía, Julián y Laura regresaron al bosque sabiendo que habían hecho algo maravilloso.
Aprendieron que, a veces, el valor y la compasión pueden cambiar vidas, incluso en los lugares más inesperados. Y así, la historia del hospital abandonado en el bosque se convirtió en una leyenda que inspiró a muchos otros a ayudar y hacer el bien.
FIN.