La luz de Luna
Había una vez en un lugar muy lejano, el país de los espejos, donde todo lo que existía se reflejaba de manera mágica en cada uno de los espejos que habitaban allí.
Los árboles, las montañas, los animales e incluso las personas tenían su propia versión reflejada en este mundo especial. En el país de los espejos vivía Luna, una niña curiosa y valiente que siempre estaba explorando y descubriendo nuevas aventuras.
Un día, mientras caminaba por el bosque encantado del país de los espejos, Luna se encontró con un espejo diferente a todos los demás. Este espejo no reflejaba nada, estaba completamente oscuro. Intrigada por este misterioso espejo, Luna decidió acercarse y tocarlo.
Para su sorpresa, en ese momento fue absorbida por el espejo y transportada a un mundo paralelo dentro del país de los espejos.
Todo a su alrededor era caótico y desordenado, las imágenes se distorsionaban y no había armonía como en el resto del país. Luna comenzó a explorar este extraño lugar y pronto se dio cuenta de que representaba las emociones negativas y los pensamientos oscuros que algunas personas guardaban en su interior.
Se encontró con la Tristeza, la Ira y el Miedo, quienes gobernaban este rincón olvidado del país de los espejos. "¿Quién eres tú?" -preguntó la Tristeza con voz apagada. Luna explicó quién era y cómo llegó allí.
Comprendió que para poder regresar al mundo real debía traer luz y esperanza a aquel lugar sombrío.
Con valentía e ingenio, Luna ayudó a la Tristeza a encontrar momentos felices perdidos en recuerdos olvidados; enseñó a la Ira a canalizar sus emociones hacia acciones constructivas; y mostró al Miedo que enfrentar sus temores podía convertirlos en oportunidades de crecimiento. Poco a poco, gracias al amor y bondad de Luna, el mundo dentro del espejo comenzó a transformarse.
Los colores brillaron nuevamente, las formas se armonizaron y la luz iluminó cada rincón oscuro. Finalmente, llegó el momento en que Luna pudo regresar al mundo real llevando consigo un mensaje importante: nunca hay que temer enfrentar nuestros propios demonios internos porque solo así podremos superarlos.
Desde ese día, Luna se convirtió en la heroína del país de los espejos. Recorría cada rincón ayudando a aquellos cuyas sombras internas amenazaban con consumirlos.
Y aunque sabía que siempre habría desafíos por delante, también comprendió que con amor, comprensión y valentía todo era posible.
Y así siguió Luna viviendo aventuras inolvidables entre reflejos mágicos donde cada imagen guardaba una lección invaluable para todos aquellos dispuestos a mirar más allá de lo evidente en el maravilloso país de los espejos.
FIN.