La Luz de Luna



En un pequeño pueblo, donde las estrellas brillaban como joyas en el cielo, vivía una niña llamada Valentina. Desde muy chiquita, Valentina le tuvo un gran miedo a la oscuridad. Cada noche, cuando el sol se escondía, los ruidos de la casa la hacían temblar y los sombras danzaban en la pared de su habitación.

Una noche de verano, mientras Valentina intentaba dormir, escuchó un ruido extraño que provenía de su armario. No pudo evitar soltar un pequeño grito.

"¿Quién está ahí?" - preguntó, con la voz temblorosa.

Para su sorpresa, de entre las sombras apareció una pequeña criatura luminosa, que brillaba con un suave resplandor azul.

"Soy Luma, la guardiana de la noche", dijo la criatura con una voz dulce. "No tienes que temer a la oscuridad, Valentina. Estoy aquí para ayudarte a descubrir sus secretos".

"Pero, Luma", dijo Valentina, "la oscuridad me asusta. No puedo ver nada y escucho ruidos raros".

Luma sonrió y le tendió su pequeña mano. "Ven, déjame mostrarte la noche. Todo lo que parece aterrador a veces es solo una ilusión".

Valentina dudó, pero la curiosidad pudo más que el miedo. Rápidamente se levantó de la cama y tomó la mano de Luma. Al instante, todo a su alrededor comenzó a brillar. Las sombras dejaron de parecer monstruos, y empezaron a transformarse en figuras divertidas de animales y plantas que se movían alegremente.

Al salir al jardín, Valentina podía ver cómo la luna iluminaba el césped y cómo las estrellas brillaban en el cielo, como si estuvieran celebrando una fiesta. Ella nunca se había dado cuenta de lo hermoso que era el mundo de noche.

"Mirá, Valentina", dijo Luma, señalando un grupo de luciérnagas que danzaban en el aire. "Cada pequeño destello en la oscuridad tiene su lugar. En vez de temerles, podemos aprender a abrazar su luz".

Valentina observó con fascinación y sonrió. "¡Es increíble! Nunca pensé que la oscuridad podría ser tan linda".

Luma le enseñó a identificar los distintos sonidos de la noche. "Ese es el canto de un grillo, y allí tienes al búho que nos acompaña. La oscuridad tiene su propia música".

La niña no podía creer lo que estaba descubriendo, y su miedo comenzó a desvanecerse.

"¿Ves, Valentina? La oscuridad no es mala. Simplemente es diferente. Es un espacio donde la imaginación puede volar y los sueños pueden florecer".

Pero de repente, un sombra oscura pasó volando cerca de ellas, y Valentina se asustó. "¡Ah! ¿Qué fue eso?".

- “No te preocupes, eso solo es un murciélago. Busca la manera de verlo como parte del misterio de la noche”, la tranquilizó Luma.

- “¡Ay, no sé! Tal vez nunca podré ser valiente” - se lamentó Valentina.

- “Pero ya sos valiente, solo necesitas creer en ti misma. Vamos a enfrentarlo juntas”, dijo Luma, animándola.

Valentina asintió con determinación. Ambas siguieron a la sombra de murciélago, que las llevó a un claro donde se reunían varios animales nocturnos. Allí, se sorprendió al ver cómo cada criatura, a pesar de su apariencia, era pacífica y amistosa.

- “Hola, Valentina”, dijeron en coro los animales. - “Ven, únete a nuestra fiesta bajo la luna”.

Y así fue como Valentina, con la ayuda de Luma, aprendió que la oscuridad podía ser su amiga. Desde aquella noche, cada vez que el sol se ocultaba, ya no cerraba los ojos con miedo, sino con la curiosidad de descubrir nuevas aventuras.

- “Gracias, Luma, por abrirme los ojos a la magia de la noche. Prometo no volver a temerle a la oscuridad”, dijo Valentina, mientras la luz azul de su amiga comenzaba a apagarse.

- “Recuerda, Valentina, siempre que necesites luz en la oscuridad, mira hacia arriba. La luna y las estrellas siempre estarán allí para guiarte”, respondió Luma con una sonrisa.

Y así, Valentina se convirtió en una niña valiente, aprendiendo a enfrentar sus temores y a encontrar la belleza en lo que antes le parecía aterrador. La oscuridad, ahora, era solo una tela de sueños esperando ser explorados.

FIN.

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