La luz de Luna en el bosque
En lo más profundo del bosque encantado, donde los árboles susurraban secretos y las flores bailaban al compás del viento, vivía Luna, un hada especial. Luna poseía el don de hacer realidad los sueños de quienes la rodeaban.
Si alguien anhelaba volar como un pájaro, ella lo hacía posible; si otro deseaba encontrar su verdadero amor, Luna se encargaba de unir sus caminos.
Un día, mientras ayudaba a una familia de conejitos a construir la madriguera perfecta, Luna sintió en su corazón un deseo diferente.
Observando cómo la felicidad brillaba en los ojos de los animalitos al ver su nuevo hogar, comprendió que quería compartir su magia con todo el mundo y no solo con aquellos que habitaban el bosque. Decidida a hacerlo realidad, Luna salió en busca de aventuras más allá de los límites del bosque.
En su viaje conoció seres mágicos y criaturas fantásticas que le mostraron nuevos horizontes y le enseñaron valiosas lecciones sobre el amor y la bondad. Un día, mientras descansaba junto a un arroyo cristalino, escuchó llantos provenientes del otro lado del puente.
Cruzó corriendo y encontró a una pequeña hadita atrapada entre las ramas de un viejo sauce llorón. Sin dudarlo ni un segundo, Luna desplegó sus alas plateadas y liberó a la hadita con un toque de su varita mágica.
La hadita le dio las gracias entre sollozos y le contó que había perdido su camino en el bosque y temía no poder regresar con su familia. Con ternura, Luna secó las lágrimas de la hadita y le ofreció acompañarla hasta encontrar el sendero correcto. "No te preocupes, pequeña hada.
Juntas encontraremos tu hogar", dijo Luna con voz dulce. Caminaron juntas por prados floridos y cuevas misteriosas hasta llegar al claro donde vivía la familia de la hadita perdida. Al verla regresar sana y salva, todos celebraron con alegría y gratitud.
"Gracias por traerla de vuelta", expresó la madre hada abrazando a Luna. "Es mi deber ayudar a quienes lo necesitan", respondió humildemente Luna. Desde ese día, Luna se convirtió en la protectora del bosque encantado.
Iluminaba cada rincón con su magia bondadosa e irradiaba amor hacia todos los seres que habitaban en él.
Su deseo inicial había evolucionado hacia algo más grande: quería cuidar no solo a quienes conociera sino también a aquellos que cruzaran su camino necesitados de ayuda o consuelo. Y así fue como Luna aprendió que compartir nuestra luz interior puede iluminar no solo nuestro propio camino sino también el de quienes nos rodean.
Su historia se convirtió en leyenda en el bosque encantado, inspirando a futuras generaciones de seres mágicos a seguir sus pasos llenos de amor y bondad.
FIN.