La luz del lienzo



Había una vez, en una antigua escuela del siglo 19, una niña llamada Martina. Martina era una niña amable y curiosa, siempre buscando aventuras en cada rincón de la escuela. Pero un día, algo muy extraño sucedió.

Martina se encontraba llorando en el baño de la escuela porque sus compañeros le habían hecho una broma pesada. Mientras sollozaba, las luces comenzaron a parpadear misteriosamente. Asustada pero intrigada, decidió investigar qué estaba pasando.

Siguiendo el parpadeo de las luces, llegó a un pasillo oscuro donde había un cuadro colgado en la pared. El cuadro retrataba a una hermosa mujer vestida con ropas antiguas y tenía un aura mágica que parecía llamarla hacia él.

Martina extendió su mano temblorosa y tocó el cuadro con cuidado. En ese instante, sintió como si su cuerpo se desvaneciera y su alma fuera absorbida por el cuadro mismo.

Cuando Martina abrió los ojos nuevamente, se encontraba dentro del mundo mágico del cuadro. Todo a su alrededor estaba lleno de coloridas flores y árboles gigantes que parecían hablar entre ellos con risas melodiosas. Justo enfrente de ella apareció una hada pequeñita llamada Violeta.

Violeta llevaba consigo un libro encantado que contenía todas las historias del mundo. "¡Hola Martina! Bienvenida al mundo mágico", dijo Violeta con voz dulce y cálida. "¿Dónde estoy?", preguntó Martina asombrada.

"Estás dentro del cuadro, en un lugar donde los sueños se hacen realidad", respondió Violeta.

Violeta le explicó a Martina que el cuadro era un portal hacia diferentes mundos mágicos y que ella había sido elegida para cumplir una importante misión: recolectar fragmentos de luz dispersos por el mundo mágico y llevarlos de vuelta al mundo real. Martina aceptó con valentía su nueva responsabilidad y comenzaron su aventura juntas. Viajaron a través de bosques encantados, ríos cristalinos y montañas nevadas, encontrando cada vez más fragmentos de luz.

En el camino, conocieron a criaturas fantásticas como duendes juguetones, unicornios majestuosos y dragones amigables. Cada uno tenía una historia fascinante para contarle a Martina sobre la importancia de la amistad, la valentía y la perseverancia.

Después de mucho esfuerzo y trabajo en equipo, Martina finalmente logró recolectar todos los fragmentos de luz. Con ellos en sus manos regresó al mundo real, pero antes de despedirse de Violeta, le prometió que siempre recordaría las lecciones aprendidas en aquel maravilloso viaje.

Cuando salió del cuadro, las luces dejaron de parpadear. Ahora Martina sabía que debía aplicar lo aprendido en su vida cotidiana: ser valiente frente a los obstáculos, valorar la amistad verdadera y nunca rendirse ante las dificultades.

Desde aquel día en adelante, Martina se convirtió en una niña llena de alegría y entusiasmo. Compartió sus experiencias con sus compañeros de escuela, inspirándolos a perseguir sus propios sueños y creer en la magia que vive dentro de cada uno.

Y así, gracias a su valentía y determinación, Martina demostró que los momentos difíciles pueden convertirse en oportunidades para crecer y encontrar nuestra verdadera luz interior.

FIN.

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