La luz dentro de Lucas
Había una vez, en un lejano castillo rodeado de montañas, un pequeño ratón llamado Lucas. Lucas vivía en la biblioteca del castillo y siempre llevaba puesto un sombrero azul que le daba suerte.
Lucas era muy valiente y curioso, pero tenía miedo de la oscuridad. Cada noche, cuando el sol se ponía y todo se volvía oscuro, Lucas se escondía debajo de su cama temblando de miedo.
Un día, mientras exploraba los pasillos del castillo, Lucas escuchó a los demás animales hablar sobre una leyenda antigua. Decían que había una cueva en lo más profundo del bosque donde vivía una sombra mágica capaz de eliminar todos los miedos.
Intrigado por esta historia, Lucas decidió enfrentar su miedo a la oscuridad y buscar esa cueva. Así que con su sombrero bien ajustado en la cabeza, partió al amanecer hacia el bosque. El camino estaba cubierto por una densa niebla que hacía difícil ver hacia dónde iba.
Pero Lucas no se detuvo y siguió adelante confiando en su valentía. Después de mucho caminar, finalmente encontró la entrada a la cueva. La entrada estaba llena de telarañas y parecía abandonada desde hace años.
Pero eso no asustó a nuestro pequeño ratón valiente. Con paso decidido entró en la cueva sin mirar atrás. Dentro de la cueva reinaba una completa oscuridad. No había ni siquiera un rayo de luz que iluminara el lugar.
Sin embargo, algo extraño comenzó a suceder cuando Lucas avanzó. La sombra de su sombrero azul comenzó a brillar débilmente. Sorprendido, Lucas levantó su sombrero y vio cómo la luz se intensificaba.
Entonces lo entendió todo: ¡la sombra mágica se encontraba dentro de él mismo! Emocionado por este descubrimiento, Lucas decidió enfrentar todas sus inseguridades y miedos. Cada vez que sentía miedo, simplemente levantaba su sombrero y dejaba que la luz de su propia valentía iluminara el camino.
Con el tiempo, Lucas volvió al castillo convertido en un ratón valiente y seguro de sí mismo. Compartió con los demás animales del castillo la historia de la cueva y les enseñó a superar sus propios miedos.
Desde aquel día, el castillo estuvo lleno de risas y alegría. Todos los animales aprendieron a confiar en sí mismos y a enfrentar cualquier desafío que se les presentara.
Lucas demostró que no importa cuán oscuro sea el camino, siempre hay una luz dentro de nosotros capaz de iluminarlo todo.
Y así vivieron felices para siempre en ese castillo rodeado de montañas donde las sombras ya no eran motivo de temor, sino un recordatorio constante del poder interior que todos poseemos.
FIN.