La luz dentro de mí
. Una noche, después de que la abuela Adriana le contara el cuento, Santino se durmió profundamente. Pero en medio de la noche, se despertó asustado y vio que toda su habitación estaba oscura.
Se tapó con las sábanas y cerró los ojos fuerte. -Abuela, abuela -dijo Santino temblando-. Tengo miedo a la oscuridad. La abuela Adriana entró rápidamente a la habitación y encendió la luz. -Tranquilo mi amor -dijo ella acariciando su cabeza-.
La oscuridad es solo ausencia de luz. No hay nada que te pueda hacer daño aquí. -Pero ¿y si viene el lobo? -preguntó Santino con voz temblorosa recordando el cuento de los tres chanchitos.
-La historia del lobo es solo un cuento mi amor -respondió la abuela Adriana sonriendo-. Los lobos no entran a las casas ni hacen daño a los niños mientras están durmiendo.
Además, nosotros tenemos una casa muy segura y papá siempre cierra bien todas las puertas antes de dormir. Santino se sintió un poco más tranquilo después de escuchar las palabras de su abuela. Pero todavía tenía miedo a quedarse solo en su habitación.
-¿Podrías quedarte conmigo hasta que me duerma otra vez? -preguntó él tímidamente. -Claro que sí mi amor -respondió la abuela Adriana sentándose al lado de Santino-. Pero también quiero enseñarte algo importante para que puedas superar tu miedo por ti mismo en el futuro. -¿Qué cosa? -preguntó Santino curioso.
-La imaginación es muy poderosa -explicó la abuela Adriana-. Si te imaginas cosas malas, tu cuerpo empieza a sentir miedo. Pero si te imaginas cosas buenas, tu cuerpo se siente feliz y seguro.
Así que en vez de pensar en el lobo, ¿por qué no piensas en algo lindo como los conejitos saltando por el campo? Santino cerró los ojos e intentó imaginar los conejitos saltando.
Poco a poco su respiración se hizo más tranquila y su corazón empezó a latir más despacio. -¿Lo ves? -dijo la abuela Adriana sonriendo-. Tu imaginación es muy poderosa. Ahora puedes dormir tranquilo sabiendo que siempre puedes controlar tus pensamientos.
Santino se durmió con una sonrisa en la cara y un sentimiento de felicidad por haber aprendido algo nuevo. Desde entonces, todas las noches antes de dormir, imaginaba cosas bonitas como las flores del jardín o los pajaritos cantando en el árbol afuera de su ventana.
Y así, poco a poco fue superando su miedo a la oscuridad gracias al amor y sabiduría de su abuela Adriana.
FIN.