La luz en la oscuridad



Había una vez una niña llamada Aitana, que era muy dicharachera y alegre. Siempre estaba llena de energía y le encantaba explorar el mundo a su alrededor.

Sin embargo, había algo que la asustaba mucho: ¡la oscuridad! Por las noches, cuando llegaba la hora de irse a dormir, Aitana se aferraba a su peluche favorito y le decía a su mamá: "Mamá, tengo miedo de apagar la luz. No quiero quedarme sola en la oscuridad".

Su mamá siempre trataba de consolarla y le decía: "No debes tenerle miedo a la oscuridad, Aitana. Es solo falta de luz. Además, hay cosas maravillosas que solo puedes ver cuando está oscuro".

A pesar de los intentos de su mamá por tranquilizarla, Aitana seguía temiendo a la oscuridad. Hasta que un día, mientras jugaba en el jardín con sus amigos Tomás y Sofía, ocurrió algo inesperado. -¡Chicos! -exclamó Aitana-.

¿Qué tal si jugamos al escondite? -¡Sí! -respondieron Tomás y Sofía emocionados. Decidieron jugar al escondite en el jardín porque ya estaba anocheciendo y sería más divertido jugar en medio de la oscuridad.

Tomás fue el primero en contar hasta diez mientras Aitana y Sofía buscaban un buen lugar para esconderse. Cuando terminó de contar, Tomás comenzó a buscarlas. A medida que avanzaba entre las sombras del jardín oscuro, Tomás comenzó a darse cuenta de algo sorprendente.

¡Las plantas brillaban en la oscuridad! Cada pequeña flor emitía una luz suave y hermosa. -¡Chicos, ven aquí! -gritó Tomás emocionado. Aitana y Sofía se acercaron corriendo y quedaron maravilladas al ver el resplandor de las flores. -¡Es mágico! -exclamó Aitana con los ojos muy abiertos.

Desde ese día, Aitana dejó de temerle a la oscuridad. Comenzó a entender que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay un poco de luz esperando ser descubierta.

Cada noche antes de dormir, Aitana le pedía a su mamá que apagara la luz para poder disfrutar del espectáculo luminoso que las plantas del jardín ofrecían. Y aunque todavía le gustaba tener su peluche cerca, ya no sentía miedo estando en la oscuridad.

La historia de Aitana nos enseña que es normal tener miedos, pero también nos muestra cómo enfrentarlos. Con valentía y curiosidad, podemos descubrir cosas maravillosas incluso en los momentos más oscuros.

Así como Aitana aprendió a encontrar belleza en la oscuridad, todos podemos aprender a encontrar nuestra propia luz interior.

FIN.

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