La luz interior de Lucas
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Luz, un ángel llamado Lucas. Lucas era muy tímido y siempre se sentía inseguro de sí mismo.
Todos los años, cuando llegaba la Navidad, los ángeles del pueblo recibían la importante tarea de iluminar la cima del árbol de Navidad. Lucas soñaba con ser elegido para llevar a cabo esta importante misión, pero siempre pensaba que no era lo suficientemente valiente o talentoso como los demás ángeles.
Sin embargo, este año todo iba a cambiar. El día antes de la Nochebuena, el jefe de los ángeles convocó a todos en el centro del pueblo. "Este año", dijo solemnemente, "Lucas será quien ilumine la cima del árbol".
Los demás ángeles se sorprendieron y aplaudieron emocionados. Lucas sintió un nudo en su estómago mientras caminaba hacia el imponente árbol de Navidad. Sabía que debía encontrar su propia luz interior para poder cumplir con su tarea.
Decidió buscar consejo en el sabio búho del bosque. Al llegar al bosque encantado, Lucas encontró al búho posado en una rama alta. "Sabio búho", dijo tímidamente Lucas, "¿cómo puedo encontrar mi propia luz interior?".
El búho miró fijamente a Lucas con sus grandes ojos y respondió: "La clave está en aceptarte tal como eres y confiar en ti mismo".
Con estas palabras resonando en su mente, Lucas decidió embarcarse en una serie de aventuras para descubrir cómo hacerlo. En su primer desafío, se encontró con una ardilla traviesa que le robó sus alas. Sin embargo, en lugar de sentirse derrotado, Lucas utilizó su ingenio y construyó unas alas nuevas con hojas y ramas.
Aprendió que a veces debemos adaptarnos a las situaciones y encontrar soluciones creativas. En su siguiente desafío, Lucas se enfrentó a un río lleno de corrientes fuertes. Temeroso de ser arrastrado por el agua, dudaba si cruzarlo o no.
Pero luego recordó las palabras del búho sabio y decidió confiar en sí mismo. Con determinación, saltó al río y descubrió que tenía la fuerza suficiente para nadar hasta el otro lado.
Mientras continuaba su viaje, Lucas se encontró con otros obstáculos como un laberinto oscuro y una montaña empinada. En cada situación, aprendía algo nuevo sobre sí mismo: que era valiente cuando tenía miedo, perseverante cuando quería rendirse y capaz de superar cualquier desafío.
Finalmente, llegó al árbol de Navidad en la cima de la colina. Se miró a sí mismo con nuevos ojos y sintió una chispa brillando dentro de él.
Confiando en su propia luz interior, Lucas iluminó la cima del árbol con un resplandor radiante. El pueblo entero quedó maravillado por la belleza del ángel tímido pero valiente que había encontrado su luz interior.
Desde aquel día en adelante, Lucas nunca volvió a dudar de sí mismo ni dejarse intimidar por los demás. Y así es como Villa Luz aprendió la importancia de la autoconfianza y la autoaceptación.
Cada Navidad, el ángel Lucas iluminaba la cima del árbol con su luz interior, recordándonos a todos que dentro de nosotros hay una chispa especial que solo necesita ser descubierta y compartida con el mundo.
FIN.