La luz que une


Había una vez un pequeño pueblo llamado Villaluz, donde vivían muchos niños felices y juguetones. Pero en lo más profundo del bosque que rodeaba al pueblo, habitaban unas criaturas misteriosas llamadas —"moustros" .

Estos seres eran amigables y pacíficos, pero tenían una debilidad: la luz. Marcus era un niño valiente y curioso que siempre buscaba aventuras junto a sus amigos. Un día, mientras exploraban el bosque, se dieron cuenta de que uno de los moustros actuaba extraño.

Se movía torpemente y hacía ruidos inusuales que asustaron a los niños. "¡Oh no! ¿Qué le pasa al moustro? Parece estar hipnotizado", dijo Sofía preocupada.

Los demás niños empezaron a alejarse temerosos del moustro, pero Marcus sabía que debía encontrar una solución para ayudarlo. Recordó haber leído en un antiguo libro sobre el bosque encantado que los moustros temían la luz.

Decidido a ayudar al pobre moustro, Marcus reunió a sus amigos y juntos buscaron materiales para crear linternas muy brillantes. Utilizaron frascos vacíos de cristal y velas para hacer las linternas caseras. Con su plan en marcha, volvieron al lugar donde se encontraba el moustro hipnotizado.

Encendieron las linternas y comenzaron a moverlas rápidamente frente al ser extrañamente comportado. El brillo de las linternas rompió la hipnosis del moustro poco a poco. Sus ojos recuperaron su brillo característico y dejó de hacer ruidos extraños.

El moustro se levantó, agradecido por la ayuda de los niños. "¡Gracias, chicos! No sé qué me pasó, pero gracias a ustedes volví en sí", dijo el moustro con voz suave y amigable. Los niños sonrieron aliviados y emocionados de haber ayudado a su nuevo amigo.

Juntos, decidieron nombrarlo —"Brillo"  en honor a la luz que había salvado al moustro. A partir de ese día, Marcus y sus amigos visitaban regularmente al moustro Brillo en el bosque encantado.

Aprendieron mucho sobre los moustros y descubrieron que eran seres bondadosos que solo necesitaban un poco de luz para alejar las malas energías. La historia del encuentro entre los niños valientes y el moustro hipnotizado se hizo famosa en todo Villaluz.

Los habitantes del pueblo aprendieron que no debían juzgar o temer a aquellos que parecen diferentes o actúan extraño, sino tratar de entenderlos y ayudarlos como lo hicieron Marcus y sus amigos con Brillo.

Así, Villaluz se convirtió en una comunidad comprensiva donde todos aprendieron a valorar las diferencias y trabajar juntos para superar cualquier dificultad. Y cada vez que alguien sentía un poco de temor o confusión, recordaban la historia del valiente Marcus y cómo la luz había cambiado todo para mejor.

Y así fue como Marcus demostró que incluso en los momentos más oscuros siempre hay una forma de iluminar el camino hacia la amistad y el entendimiento verdadero.

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